La parroquia de San Miguel inauguró este jueves una muestra permanente en la que pueden observarse las piezas más interesantes de su rico patrimonio ornamental y de culto. Se trata de un proyecto en el que trabajó durante muchos años el anterior párroco, Ángel Romero Castellano, pero que ha visto ahora la luz.
El acceso al museo se hace por la sacristía, alrededor de la cual se disponen galerías en las que pueden disfrutarse ropajes de misa de los siglos XVI y XVII, además de interesantes reliquias o de un manifestador del XVIII que da buena cuenta de la tradición sacramental que cobija este templo. El visitante tiene ocasión de acceder desde la sacristía al presbiterio del templo, desde donde puede contemplar de cerca el sensacional retablo en el que trabajaron artistas de la talla como Juan Martínez Montañés o José de Arce.
El recorrido prosigue por la capilla del Sagrario -una joya en sí misma- desde la cual se accede a una sala en la que se expone la que posiblemente pueda ser la mejor colección de platería de la ciudad, rematada por la Custodia de Juan Laureano de Pina que procesiona anualmente por las calles del barrio de San Miguel. En esa sala puede verse también el cuadro de la Santa Faz, de Zurbarán, entre otras muchas piezas de indudable valor histórico y artístico.
Tanto el obispo de Asidonia-Jerez, José Mazuelos, como el actual párroco, Manuel Lozano, resaltaron la aportación que este museo de arte sacro hace a la amplia nómina de atractivos turísticos de la ciudad. El museo abrirá sus puertas de lunes a viernes, de 09.30 a 14.30 horas. El precio de las entradas es de 4 euros -para los foráneos- y de 2 euros -para los jerezanos y residentes-. Además, se ofrecerán facilidades para grupos organizados, contemplándose incluso el acceso gratuito para las comunidades educativas que así lo soliciten.
Al margen del recorrido por las salas del museo el visitante tendrá ocasión de recorrer la totalidad del templo, que ya se encontraba preparado para las visitas turísticas y culturales. Manuel Lozano explicó que con el precio de las entradas se pretenden sufragar los gastos de apertura y mantenimiento de un templo que se encuentra en buen estado de conservación pero cuya torre precisa de una intervención que permita abrirla también a las visitas turísticas.
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