Bernardo Villar de Lanuza es actualmente vicepresidente segundo de la Diputación de Cádiz. Nació en Jerez en 1959, casado y con dos hijos. Es diplomado en Derecho. Con él hemos hablado esta semana.
—¿Cuándo y por qué se adentró en el mundo de la política?
—Bueno decidí adentrarme en el mundo de la política en el año 1.981 y de la mano de quien ha sido mi mentor, mi padrino y un gran amigo como es el actual ministro de Agricultura y Pesca, Miguel Arias Cañete. En aquel entonces era parlamentario andaluz, después fue senador, luego eurodiputado… he colaborado mucho con él cuando era europarlamentario e incluso cuando era portavoz en el Ayuntamiento de Jerez y yo era portavoz adjunto. Pues de la mano de Miguel Arias Cañete entré en política.
—¿Y siempre de la mano del Partido Popular?
—Sí, que entonces era Alianza Popular.
—Desde 1.987 es concejal en el Ayuntamiento de Jerez… ha estado tanto en la oposición como en el Gobierno
—Efectivamente, tuvimos un periodo de Gobierno en el periodo 2003 a 2004, después hubo una moción de censura… ahora estamos gobernando de nuevo, con una mayoría absoluta holgada y estable, aunque en un momento muy difícil para los ayuntamientos, y en Diputación también he estado en la oposición y en el Gobierno, así que conozco bien ambas instituciones.
—La pregunta es ¿qué es más fácil, ejercer la oposición o estar en el Gobierno?
— Lo cómodo es la oposición, lo comprometido es gestionar. Gestionar tiene un grado de exigencia y de compromiso importante. Cuando uno está en la oposición, si te equivocas normalmente no tiene consecuencias. Si uno está gobernando una institución como la Diputación o como un Ayuntamiento, si te equivocas puede tener consecuencias para las personas o para otro tipo de cuestiones. Por lo tanto, cuando se está en la oposición muchas veces se dicen cosas y se actúa de forma algo irreflexiva, y se dice lo que viene en gana, pero después no es tan fácil hacer las cosas. La gestión de los intereses comunes tiene un grado de compromiso importante y un grado de responsabilidad importante.
—Y a la hora de gobernar hay que tomar decisiones que no siempre son fáciles ¿no?
—A la hora de gobernar hay que tomar decisiones y lo difícil en política es saber decir que no, y a veces que tienes que decir que no, lo fácil es decir que sí a todo, algo que ha pasado en este país. Hubo una época con un presidente del Gobierno donde se decía sí a todo, y así nos va. Lo difícil es tomar decisiones y saber decir que no. Tomar esas decisiones de forma responsable y saberlas trasladar para que la sociedad y los destinatarios de esa decisión la entiendan.
—¿En este país hubo despilfarro de dinero público?
—En este país no es que se despilfarrase dinero, es que se tiró dinero por las alcantarillas. Se ha perdido muchísimo dinero en proyectos, entre comillas, generadores de empleo. A mí me contaron una anécdota que no sé si es verdad, que cuando se puso en marcha el Plan E, muchos alcaldes decidieron arreglar las calles de sus pueblos y las empresas españolas no tenían capacidad para fabricar tanta losa y se exportaban desde China, con lo cual se llevaron a cabo inversiones que al final eran de embellecimiento y no eran tendentes a generar empleo como hubiesen sido naves nido, polígonos industriales, centros empresariales, sino destinadas a la estética. Después se llevaron a cabo muchas inversiones en equipamientos que son muy caros de sostener como polideportivos, pistas multiusos, piscinas cubiertas, que además de la inversión en la obra luego cuestan mucho de mantener. No eran las inversiones más adecuadas en plena crisis económica. En mi ciudad conozco muchas instalaciones que costaron mucho dinero y que son inviables económicamente porque no generan ingresos y porque los ayuntamientos no están en condiciones de mantenerlas.
—¿Cuál ha sido su mejor y su peor momento en política?
—Mi mejor momento en política fue cuando en estas últimas elecciones con mi compañera de fatigas Maria José Pelayo y muy buena amiga, ganamos con mayoría absoluta en Jerez. Sabíamos dónde nos metíamos, bueno no sabíamos la cuantía exacta de la deuda del Ayuntamiento, pensábamos que eran 900 millones de euros y no mil y algo. Pero bueno, gracias a esa victoria también se nos abría la puerta para gobernar la Diputación de Cádiz, con lo cual fue un momento de recompensa por todos los esfuerzos de estos años, unos esfuerzos que fueron premiados y reconocidos por los votantes. Fue un momento muy alegre. Sin embargo, un momento muy triste, quizás el momento más triste de mi vida política fue cuando asesinaron a Alberto Jiménez Becerril, el edil de Sevilla (asesinado por ETA el 30 de enero de 1.998). A mí me llamó un compañero, diputado nacional, a las 06.00 horas. A mí lo que se me vino a la mente, y no se por qué, fue el tono de voz, ni siquiera la cara, de Alberto, porque había estado hablando con él diez días antes. Curiosamente yo acababa de llegar de una reunión, tres días antes, con el presidente de la Diputación de Almería, Luis Rogelio Rodríguez Comendador, que decía que en Andalucía nunca va a pasar nada. Y en esa reunión estuvimos también con Juan Ojeda, que era el objetivo de la banda terrorista. Allí se comentó eso de que no iba a pasar nada, y mira luego cómo fueron los acontecimientos. Me impresionó muchísimo y me vino el timbre de voz, no sé por qué, pero fue muy, muy doloroso.
—¿Cómo se le queda el cuerpo viendo en estos últimos días salir de la prisión a algunos etarras tras caer la doctrina Parot?
—Pues se me queda muy mal cuerpo, es muy difícil de entender. Hombre quien tenga conocimientos jurídicos lo entiende, siempre la aplicación es lo que beneficia al reo y no te pueden poner más penas de las que ya hayas sido condenado, pero es muy doloroso. Y es muy doloroso porque yo he vivido con compañeros, incluso yo lo he tenido, con vigilancia policial, mirando en los bajos de los coches, cambiando los horarios de salida, cuando estaba el Comando de Sevilla operativo… es muy doloroso saber que hay personas que ha recortado una foto de uno en un periódico por si algún día te mata. Eso lo tienes que ocultar a tus hijos, dejas de llevar a tus hijos al colegio… no pasa nada, pero no pasa nada hasta que pasa. Nadie pensaba que iba a pasar en Málaga o en Sevilla, y pasó. Pero bueno, es lo que nos toca, con esas cosas quizás los compañeros nos unimos un poco más y te das cuenta de que tú estás defendiendo unas ideas, una manera de hacer política que crees que es la mejor para los ciudadanos y que hay otra gente que son los auténticos fascistas, a los que nos les gustas y te quieren matar. Ellos usan el argumento de la violencia y la pistola. De todas formas cuando veo que salen a la calle y lo celebran, personas que llevan veintitantos muertos a sus espaldas, sé que eso les pasará factura. Vivir con tantos muertos a tus espaldas debe ser una tortura, algo muy duro, por mucho que sonría.
—Volvamos a algo más liviano. Tras ganar en Jerez y tras acceder por primera vez el Partido Popular al Gobierno de la Diputación, José Loaiza, presidente de esta última institución, contó con usted… ¿cómo fue ese día?
—Yo había estado trabajando en la Diputación en las dos legislaturas anteriores, en el papel de oposición. Cuando ganamos, la alcaldesa de Jerez se reunió de forma individual con cada concejal para decirnos qué teníamos que hacer. A mí me dijo que me iba a dedicar a la Diputación porque necesitamos una persona que vele por los intereses de los jerezanos. Yo sabía que iba que iba a estar allí pero nunca me hablaron de una vicepresidencia, algo que me sorprendió y se lo agradecí a José Loaiza. Entonces llamé a Jerez, entonces Miguel Arias Cañete no era ministro, era diputado y le di la noticia, y él me respondió que ya lo sabía, entonces le contesté que era todo un detalle que no me lo dijera (risas). Todo el mundo lo sabía menos yo.
—¿Cómo se encontró la Diputación?
—Peor estaba el Ayuntamiento de Jerez, con mil millones de euros de deuda. El Ayuntamiento de Jerez era la casa de los horrores y del despilfarro. Se ha sobrevivido gracias al buen trabajo de la alcaldesa y tomando decisiones, algunas muy dolorosas como las del ERE, pero nadie quiere despedir a nadie. Es absurdo pensarlo, es algo muy doloroso. Hay gente afectada por el ERE con la que yo he estado trabajando estrechamente cuando tenía responsabilidades de Gobierno. Pero se ha hecho un buen trabajo, la situación de Jerez no está arreglada al cien por cien, pero bueno estábamos prácticamente en quiebra. No se pagaban las nóminas, no funciona el servicio de autobuses, la Policía Local estaba en huelga, teníamos en huelga a las mujeres de asistencia a domicilio, teníamos problemas con parques y jardines, no se pagaba a nadie, además todos los ingresos estaban comprometidos con Diputación para los próximos 15 ó 20 años y teníamos retenida la Participación en los Ingresos del Estado. Había mucha tensión en la calle, pero en dos años la situación ha cambiado, las nóminas se pagan, a lo mejor no el día uno, pero sí el día cinco. Los autobuses funcionan, en fin, la ciudad está mejor, está más limpia, aguantamos una huelga de la recogida de limpieza durísima, pero se está invirtiendo, se está saliendo adelante, con mucho trabajo. Sobre la Diputación, siempre he dicho, incluso a compañeros que están trabajando conmigo, que es una administración muy lenta… todo va muy lento, pero va funcionando, hemos reestructurado una serie de cosas, hemos reducido las áreas, hemos puesto en marcha programas que estaban abandonados… no hemos circunscrito más porque tenemos muchos problemas económicos porque al final de la última legislatura del PSOE se pidieron unos préstamos que hay que empezar a pagar este año, que se llevan en amortizaciones nueve millones de euros. Se nos han recortado los recursos, pero se va tirando y hay muy buenos profesionales en la calle.
—¿Son necesarias las diputaciones?
—Las diputaciones, y lo decía Francisco González Cabaña, si no existieran habría que inventarlas. Cuando se abre la cuestión de las diputaciones, no es cuestión de preguntarle al ciudadano de la calle. El ciudadano de la calle no nota, no siente la labor de la Diputación, es un ente supramunicipal, algo como ajeno, pero a quien hay que preguntar es a los alcaldes y alcaldesas. Preguntar al alcalde de Benaocaz, a la alcaldesa de Grazalema, al de Olvera, al de Algodonales, al de Villamartín, preguntarles qué harían sin la Diputación. Pues alguien tendría que prestarles la asistencia técnica jurídica, la asistencia técnica de arquitectura, alguien tendrá que redactarles los proyectos, alguien debería hacerles los proyectos de ingeniería, alguien tendría que licitarles las obras, darles licencias de apertura, la apertura de expedientes, licencias de obra, licencias de primera utilización, quién mantiene las carreteras de ámbito provincial, quién gestiona y controla el Profea, quién gestiona los programas culturales, quién gestiona la asistencia a domicilio… es que a Cádiz o a Jerez no le hacen falta la Diputación, pero a los ayuntamientos, a los pueblos pequeños, les hace falta y mucha la Diputación. El Ayuntamiento de Torre Alháquime tiene dos empleados. Si no tiene la Diputación, qué hace. Nosotros préstamos servicios de Secretaría General… el año pasado se dieron cinco mil asistencias. En definitiva, las diputaciones sí sirven y deben seguir existiendo.
—¿Se mantiene lo que el PP decía antes de las elecciones, es decir, hacer más con menos?
—Estamos haciendo mucho con mucho menos. Efectivamente. Te pongo un ejemplo de mi área. En los planes provinciales de obras y servicios de hace unos años, eran de unos nueve millones de euros. Tres eran recursos propios de la Diputación, tres provenían de las administraciones autonómica y central, y tres ó cuatro te permitían acudir a un préstamo. Desde el momento en el que no puedes acudir al préstamo, te quedas con cuatro millones menos y te quedas con tres millones, y nosotros las aportaciones de Diputación, con menos ingresos, no las hemos reducido, cuando todas las administraciones han reducido sus aportaciones. Nosotros las hemos mantenido tanto en los planes provinciales, en las inversiones propias de carreteras, como la aportación que realiza la Diputación al Profea, como los convenios que tenemos firmados con la Guardia Civil para la finalización de los acuartelamientos.
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