La
campaña que el joven atleta malagueño
Pablo Ráez lanzó
en redes sociales a favor de la donación de médula ósea cuando le detectaron leucemia en 2015 logró un
incremento histórico del 1.300% en las donaciones. Su
gesto Siempre fuerte, su frescura y su forma de afrontar la enfermedad calaron entre miles de personas, especialmente en Andalucía, donde llegaron a hacer colas para hacerse donantes.
Alba Barrera, que lucha contra la leucemia desde hace casi un mes en el Hospital de Jerez, es
donante de médula ósea desde entonces y defiende la importancia de
mantener el legado de Ráez para salvar vidas. “Mira por dónde ahora me ha tocado a mí. Mi padre también es donante y mucha gente cercana se está haciendo. Ahora tenemos que ver si algunas de mis hermanas son compatibles, sino pues al Banco Mundial de Donantes. Pero siempre lo digo a la gente de mi entorno que me pregunta cómo puede hacerse donante: da igual que no sean compatibles conmigo, a lo mejor no me ayudan a mí, pero ayudan a otra persona”
cuenta esta joven jerezana de 28 años a VIVA JEREZ desde su habitación, donde permanece aislada y acompañada por su madre, recibiendo quimioterapia.
Después del tratamiento, tendrá que someterse a un trasplante de médula. Ella prefiere ir día a día y poniéndose
“pequeñas metas”. “Ahora lo que voy a intentar es no ponerme mala hasta el lunes”, explicaba días atrás a este medio después de pasar por una semana “regular” con fiebre y problemas en la garganta por los efectos secundarios de la quimio.
Pero
Alba es “Más fuerte que el vinagre de Jerez”, su lema de vida que siempre le ha acompañado y al que se aferra más que nunca en estos momentos complicados. Una frase que se ha viralizado y que todos sus amigos, familiares e incluso desconocido comparten para mandarle mensajes de ánimo, y que incluso ha saltado al campo de fútbol con el Xerez Deportivo FC.
Esa misma premisa estaba estampada en la pancarta que le llevaron sus familiares cuando comenzó el tratamiento y que Alba siguió atentamente desde la ventana de su habitación. También desde allí pudo ver hace unos días a sus hermanas mellizas soplar las velas de la tarta de les regaló por su cumpleaños. “Fue un subidón”, reconoce. “Al final la sorpresa me la dieron ellas a mí”.
El jueves que viene se cumplirá
un mes desde que a la joven militar del Ejército del Aire de 28 años y madre de un niño de 8 meses le diagnosticaron leucemia. Su cuerpo llevaba un mes y medio avisándole con fiebre alta y con muchos problemas de salud que le llevaron a perder la audición, a ver de forma distorsionada y a casi no poder dar dos pasos porque se asfixiaba.
Ahora, cuando echa la vista atrás, no puede sentirse más agradecida por el trato “impresionante” que ha recibido. “Estoy
superagradecida a toda la sanidad: desde los
enfermeros, doctores, auxiliares, las limpiadoras, son gente que sin conocerme me han estado animando desde minuto 1. Llegué muy mal. Me dijeron que si no llego a ir a Urgencias, al día siguiente ni lo cuento”, explica Alba haciendo gala de nuevo de su fortaleza.
Al ser funcionaria, antes había pasado por la Clínica Los Álamos y el Hospital San Juan Grande, donde la trasladaron en una ambulancia hasta el Hospital de Jerez. Por ello, tampoco se olvida del oftamólogo y el resto de profesionales que la vieron por cómo se preocuparon y la diligencia con la que actuaron.
Ella misma se encargó de mandar mensajes a su círculo de amigos y a su entorno más cercano cuando desde Urgencias la llevaron a la UCI, donde permaneció tres días, cuando los médicos le confirmaron el diagnóstico.
“Desde el minuto 1 que me dicen que tengo leucemia me lo tomé tan bien todo que hasta mi doctora se sorprendió.
Hay que afrontarlo y como no sabía lo que me esperaba, cogí mi móvil para intentar decirles lo más rápido posible que tenía leucemia. Quería que se enterasen por mí”.
Allí en la UCI recibió las primeras visitas de los suyos “con una sonrisa”. “Entraban con los ojos llorosos y yo les daba ánimos, les decía que estaba bien. Estoy animada. Tengo muy buena actitud, estoy más fuerte que el vinagre de Jerez.
Siempre he dicho que iba a conseguir todo y esa es mi frase. Así que vamos a por todas”, señala.
Tras abandonar la Unidad de Cuidados Intensivos, donde ya empezó con el tratamiento de quimioterapia, volvió a planta y empezó a recuperar la audición y la visión.
Después le mandaron a aislamiento, donde no sabe cuánto tiempo tendrá que permanecer. Desde allí se comunica por videollamadas con los suyos con un móvil que echa humo al que no paran de llegar mensajes de sus amigos de Jerez, de todos los rincones del país e incluso de Noruega y Australia, y de muchas personas desconocidas que le mandan ánimo.
También por la pantalla de su móvil ve a su niño pequeño, su gran motor junto con su pareja y su familia para afrontar esta enfermedad. “Tengo una foto enorme de él, junto a la Virgen de la Macarena y más santos que me han ido regalando. Mi niño es lo más grande que tengo y no me voy a poner mal por echarlo de menos, al revés, verle me hace sonreír y venirme arriba. Sorprendentemente lo llevo muy bien, agradezco que sea pequeñito y que no se esté enterando de nada”, indica.
"Hay que disfrutar de la vida, que mañana no estamos"
Y es que, como reconoce, si algo ha aprendido estas últimas semanas es
“el valor que tiene la vida” y que “hay gente maravillosa”. “Yo siempre me he sido una persona
con mucho coraje, el que yo tenga una enfermedad tan grave y
haya estado a punto de morirme me ha confirmado el valor que tiene la vida, siempre decía
hay que disfrutar la vida, que mañana no estamos”, asevera.
Y con esa filosofía bromea sobre su reciente cambio de look y lo fresquita que va a estar para el verano. “Mi peluquera ya vino a cortarme la semana pasada pero hoy (por el viernes) ya me ha rapado. Nunca me ha preocupado el pelo. Ahora soy la teniente O,Neil”, explica divertida desde su habitación de Hematología, desde donde también ha visto manifestarse al personal del Hospital de Jerez, a quienes también les manda todo su apoyo.
“Es una pena que tengan recortes cuando lo que tienen que tener son muchos más beneficios porque salvan vidas. Se merecen una mejora en sus derechos”, concluye.