El director de Cáritas Diocesana, Eugenio Sánchez, ha advertido de que la vivienda se ha convertido ya en “un lastre” para muchas familias, habiendo pasado de ser “un derecho a una pesadilla” dado que “se come” la mayor parte de los recursos económicos de que disponen. Es más, la vivienda es “el gran pozo sin fondo” para esas familias.
Sánchez ha hecho esta reflexión coincidiendo con la presentación de la memoria anual de Cáritas, que a lo largo del pasado ejercicio 2023 acompañó a 18.956 personas en el conjunto de la Diócesis -7.628 en Jerez- e invirtió en ello 3.010.318,17 euros.
Pero más allá de esos dos datos, desde organización dependiente de la Iglesia Católica se tiene la percepción de que la “precariedad” en el empleo le ha llevado a perder “una buena parte de su función protectora ante la pobreza y la exclusión social”.
Otro factor en el que se hace necesario poner el foco es en la salud mental y el “desamparo” en el que se encuentran muchas de las personas acogidas, que padecen “situaciones estresantes” que le “dificultan” acceder a un “estado de bienestar”. Así, el último informe de Foessa Andalucía ya advierte de que las situaciones de exclusión son más frecuentes “entre las personas que tienen un diagnóstico de enfermedad mental”.
Todo ello lleva a Cáritas a plantearse nuevos modos de enfrentar este tipo de retos para no estancarse en la prestación de una “asistencia básica” que sigue siendo en cualquier caso necesaria, especialmente para las 18.956 que precisan algún tipo de acompañamiento, en la mayor parte de los casos mujeres (70%), de nacionalidad española (77%), de edades comprendidas entre los 45 y los 64 años (42%) e integrando un hogar formado por pareja con hijos (35%).
Los perfiles son muy similares a los del ejercicio anterior, aunque las cifras absolutas son algo inferiores a las de entonces, cuando se atendió a 20.044 personas en la Diócesis, 8.357 de las cuales residentes en el término municipal de Jerez.
Este año pasado, Cáritas recibió 33.166 peticiones de ayuda, de las que 19.102 eran de ámbito general (alimentación, ropa o calzado), seguidas de 6.124 de formación y educación, así como 3.245 de empleo y 1.084 de salud (física, mental y emocional).
El desarrollo de eta actividad es posible gracias a la participación activa de 711 personas voluntarias, a las que deben sumarse otros 1.180 socios y donantes particulares. A esas cifras deben sumarse 190 empresas y entidades colaboradoras y 44 voluntarios de Cáritas Joven.
En materia de empleo, Cáritas desarrolló 469 iniciativas encaminadas a favorecer la inserción laboral de personas excluidas, lográndose que 84 personas acompañadas accedieran a un contrato de trabajo.
La empresa de inserción Casa Común S.L.U. continuó poniendo en marcha iniciativas relacionadas con la economía social, que se tradujeron en 23 contratos de trabajo. Al amparo de esta entidad se desarrollaron talleres de restauración de muebles, de tratamiento textil y de reciclaje creativo. En el ámbito de este tipo de programas se recogieron 350 toneladas de ropa, garantizando una segunda vida a 29.500 prendas a través de las tres tiendas Moda re- de que se disponen.
Por otra parte, el centro de día El Salvador acompañó a 97 personas sin techo y a otras 453 con necesidades específicas de vivienda.
Cáritas destinó el 53% de su presupuesto a acogida y asistencia de necesidades básicas y otro 16% a la puesta en marcha de acciones de empleo y formación. El 32% de las aportaciones económicas llegaron a través de subvenciones públicas (incluida la asignación del IRPF); el 31% a través de los socios y donantes; el 17% mediante ayudas en especie y el 15% procedente de colectas.
Las subvenciones públicas se han reducido notablemente debido a la finalización de las ayudas que se pusieron en marcha para paliar los efectos del Covid-19. De hecho, el año anterior habían supuesto el 41% del total de los ingresos, nueve puntos por encima del dato de 2023.
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