La cabalgata de los Reyes Magos de Oriente ha vuelto al centro de Jerez tras cuatro años de ausencia, recuperando el itinerario que había venido siendo habitual hasta la irrupción del Covid. Ha sido por tanto una jornada de reencuentro con la historia de la propia ciudad, una historia que se forja día a día en los barrios pero que sin duda alguna tiene un lugar de encuentro común en ese corazón que es el centro.
Una jornada plena de vivencias que hubiera sido distinta sin el trabajo llevado a cabo en estos últimos meses por Fernando Calderón, Ana María Orellana y Luis Lara; y cómo no, también por María Zarzuela, que en esta víspera de la Epifanía han obtenido quizá la mejor recompensa posible a esa labor. Han sido quienes más de cerca han estado de Melchor, Gaspar y Baltasar, así como de la Cartera Real, en estas intensas semanas de preparativos y también en esta gran cabalgata de la ilusión.
Porvera, Santo Domingo, Rotonda de los Casinos, Larga, Lancería, Arenal, Corredera, Angustias… Las calles y plazas de siempre han revivido también este año emociones transmitidas por jerezanos y jerezanas de generación en generación.
Partió la cabalgata de Ifeca sobre las cuatro de la tarde para cumplimentar ese recorrido inicial por el interior del parque González Hontoria dedicado especialmente a las personas que sufren trastornos del espectro autista y movilidad reducida. Como siempre en silencio y con vocación de hacer partícipes de la ilusión a todas esas personas.
Poco después, ya en la avenida Álvaro Domecq, empezó la apoteosis, con miles y miles de pequeños y mayores deseando reencontrarse con Melchor, Gaspar y Baltasar y con toda la magia que rodea siempre su presencia en la calle.
El caballo fue el encargado de abrir la prolongada comitiva, distribuida en cuatro sectores e integrada por un total de quince carrozas. Las de la estrella y el astrólogo precedieron a la de la cartera real, que desde principios de diciembre empezó a repartir ilusión por la periferia. Luego llegó la carroza de la zambomba y sonaron los villancicos de Jerez, que parecieron convertirse en ofrenda que la ciudad suma al incienso, el oro y la mirra de los Magos de Oriente.
Detrás venían la escenificación del Nacimiento o un personaje de raíz tan jerezana como el Ratón Pérez y poco después empezaba ya a adivinarse la carroza de la ofrenda del oro, precediendo al rey Melchor; al igual que las del incienso y la mirra anunciaron la llegada de Gaspar y Baltasar.
El cortejo estuvo además salpicado de los habituales pasacalles infantiles, que hacen las delicias de pequeños y mayores; así como de dos espectáculos móviles de grandes dimensiones con animadores. Para la animación se ha contado con la colaboración de escuelas de expresión artística y deportiva, con elegantes coreografías y colorido vestuario. Tampoco faltó la música, con formaciones diversas repartidas a lo largo de toda la comitiva.
Sobre las seis de la tarde, la cabecera de la cabalgata se hacía presente en el primer tramo de la calle Porvera, iniciando así ese emotivo recorrido por el centro, que literalmente se queda pequeño para acoger a tantas miles de personas como pretenden año tras año acercarse a los Reyes Magos.
Minutos antes de las diez de la noche, Melchor, Gaspar y Baltasar se postraron ante el Belén monumental de Santo Domingo para adorar al Niño Jesús, clausurando así la jornada de la ilusión por excelencia.
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