Y ello a pesar de que han tenido más problemas con la Policía Local, ya que sólo les autorizan una aforo de 54 personas, el cual ya se vería superado sólo con los 25 socios que componen la caseta junto a sus acompañantes. Para los propietarios de la Feria, estas exigencias van en contra de la posibilidad de mantener la tradición en la Feria, ya que ellos defienden su modelo de caseta como la imagen que habría que dar de la Feria, vinculada a la música andaluza, el pescaíto frito y a la posibilidad encontrar un rinconcito de tranquilidad en medio del ruido donde compartir un rato de charla apacible.
Esto es la Feria, y ellos están convencidos de que la apuesta debe ser para mantener ese modelo, y no el de las casetas negocio, diáfanas y sólo basadas en la barra y la música extranjera. La decoración es clave, y artistas de la talla de Pepe Barroso, José Antonio Pérez de Vargas, Andrés Mérida, Sencianes, Pallarés o Chus Pérez de Castro donaron en su día cuadros que se muestran orgullosos en las paredes de este espacio de tradición. Este año, una escultura de Pablo Ezquerra sirve de motivo en la barra.
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