En toda esa riqueza, hay una que destaca por su magia y su halo de leyendas, de historias y de anécdotas, y no es otro que la presencia de las orcas en el Estrecho de Gibraltar, un mamífero marino que no tiene depredador y que desde Cabo Espartel a Cabo de Trafalgar cuenta con su espacio vital y con su alimento, el atún rojo, una especie que está al borde de la desaparición por la sobrepesca, y que con su desaparición haría muy difícil la supervivencia de la orca del Estrecho.
Mucho se ha hablado de la necesidad de mantener vivo el atún rojo, de las muchas familias que en Tarifa, en Barbate o en Conil viven de las almadrabas, un arte de pesca milenario herido de muerte, y cuyo destino, tal y como hablábamos recientemente en esta misma sección, está unido al de las orcas, conocidas también entre los marinos de la zona como las Espartes.
En el Estrecho cada año se las puede ver en la zona de la Baja de los Pescadores, en el Monte Tartessos, un monte submarino por donde el atún rojo tiene que subir a poca profundidad para retornar al Atlántico tras el desove en el Mediterráneo, allí le esperan las orcas. Pero antes, concretamente en abril y mayo es algo más al norte donde estos mamíferos esperan a su presa preferida, en la Ensenada de Barbate, en Zahara de los Atunes, Atlanterra o Bolonia es fácil encontrarlas durante la primavera. Siempre las vemos cazando, tras los atunes que bajan hacia el Mediterráneo, y algunos lo hacen cerca de costa, por ello no es complicado encontrar las orcas cerca de las almadrabas de Zahara, de Barbate o incluso, en alguna ocasión, de la de Tarifa.
Desde Circe sabemos la importancia que tiene la conservación del atún rojo y de la orca, es por ello que este año hemos continuado con el proyecto de Conservación de Orcas al Sur Peninsular, con una campaña desarrollada desde el 15 de abril hasta el pasado 31 de mayo en aguas de Barbate, Zahara y Atlanterra, una campaña en la que han participado más de medio centenar de voluntarios de diferentes puntos del continente, y que ha contado con la colaboración de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y el programa Volcam de la Caja Mediterráneo.
Gracias a este proyecto, hoy sabemos un poco más de las orcas, hemos hecho recapturas fotográficas de individuos que no se veían desde el 2002, hemos podido identificar una familia entera que se ha estado viendo cada día cuando el tiempo lo ha permitido. Además hemos podido ver a estos mamíferos marinos cazando, aprendiendo un poco más sobre sus tácticas de caza, pero lo más importante de todo es que, a través del voluntariado, hemos mostrado al mundo la riqueza de nuestro Estrecho de Gibraltar, la belleza de las orcas, y la importancia por conservarlas.
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