Pablo Torres es jerezano y con tan solo 19 años es subcampeón del mundo de Grappling Gi, campeón de España y campeón de Andalucía. Un gran éxito para un deportista que, si bien todavía compite en categorías sub-20, tiene un futuro prometedor en este deporte.
El Grappling Gi es una modalidad de arte marcial que consiste “en dominar al otro a base de agarres. Controlarlo y que no tenga opción de liberarse sin hacerse daño”, comenta Torres, “inmovilizar al otro y someterlo para que no pueda escaparse. Para eso se usan llaves o palancas de brazo”. Un deporte que se mide por puntuaciones: “si derribas al contrario y cae al suelo son dos puntos. Si pones tu pecho sobre su pecho son tres puntos. Si le haces una montada, que es ponerte sentado en su pecho, son cuatro puntos. Puedes ganar por puntos o porque el contrario se rinda por luxaciones o estrangulaciones”.
Desde luego no se le da nada mal y es que ir a un mundial, del deporte que sea, no es algo fácil de conseguir. Sobre su experiencia comenta que “el viaje fue muy movido porque tuvimos que coger aviones, trenes y taxis y eso me hizo llegar un poco nervioso. Allí te encuentras gente muy preparada, muy fuerte de otros países como Kazajistán e Israel y daban mucho respeto. Se ve que a la Selección Española no nos fue nada mal”. Porque, en defintiva, un mundial “es algo que te cambia la vida y la forma de ver las cosas. Es algo muy bonito y muy duro. Lleva muchos años de entrenamiento, no es de un día para otro. Esto lleva detrás mucha preparación”.
Ser subcampeón del mundo significa que solo hay una persona en todo el planeta que es mejor que él, algo que “cuesta asimilar”. Pablo se queda con el momento del podio que “no sabría describir. Es muy bonito después de quitarte los nervios. Fue muy especial”. Aunque siempre se dice que las medallas de plata son amargas porque se consiguen por perder una final. Pablo, en este sentido, cuenta que “pesa más haber sido medallista, eso hizo que me fuera muy contento. Haber luchado hasta la final. No me resultó agrio, fue todo felicidad”.
El jerezano ya se prepara para revalidar su título de campeón nacional “el próximo febrero”, aunque no es tarea fácil porque tiene que compaginar “estudios, entrenamientos y trabajo”. Unos entrenamientos consistentes en gimnasio primero y hago rutina de fuerza. Luego hago calistenia y rutina anaeróbica allí en el club. Hacemos un poco de técnica y luchamos”. Aunque lo más difícil es financiar estos campeonatos. Pablo agradece a “Energyum su apoyo”. Igualmente aprovecha para pedir más ayuda en forma de patrocinios.
Asimismo, da las gracias a su club y sobre todo “a mi entrenador Andrés Cano, que va también al campeonato de España. Él es el que me ha dado todo. Empecé con él hace cuatro o cinco años. Prepara muy bien las clases para que podamos dar la talla siempre”.
De casualidad
Como todos, Pablo Torres tuvo un comienzo en el Grappling Gi, algo que surgió “de casualidad” como él mismo reconoce. El jerezano cuenta que “venía del waterpolo. Tuve diferencias con el entrenador y lo dejé. Estaba buscando otro deporte, porque siempre me ha gustado competir y al final acabé yendo, probé y me gustó”. Ahora disfruta con sus compañeros que le apoyan mucho, aunque este sea un deporte en el que se compite de forma individual.
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