Notas de un lector

El corazón del tiempo

Juan Frau asume una nueva y sólida aventura en “El contorno de las horas” galardonado con el XXIII premio “Paul Beckett”.

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Más de dos décadas después de la publicación de su primer poemario, “Travesía”, con el que obtuviese el premio de la Universidad de Sevilla, Juan Frau asume una nueva y sólida aventura en “El contorno de las horas” (Colección Beatrice. Mojácar, 2022) galardonado con el XXIII premio “Paul Beckett”.

En esta entrega, el poeta extremeño -si afincado en Sevilla- da cuenta de la firme tenencia de su vivir, de un latente deseo  aprehendido desde la conciencia de una existencia inmarcesible.

Al tratar de establecer los hilvanes que sostienen la realidad y el espíritu, el yo lírico mira al mundo como si se tratara de una inmensa invitación a refundar promesas pretéritas, a esparcir semillas futuras. Aferrado a ese frágil talismán que es el corazón, su palabra se va extendiendo como lámina dorada y poblando de momentos candentes todo aquello que pudiera ser sustancial o sencillamente fugaz: “Tengo un reloj de agujas hipodérmicas/ finísimas, discretas y punzantes,/ que recorren exactas su esfera infinita/ tejiendo y destejiendo al mismo tiempo/ eso que soy/ y nombro con mi nombre”.

Con la intención no sólo de renombrarse, sino de reescribir las deshoras, Juan Frau sabe, como Miguel Hernández, que “El tiempo es sangre. El tiempo circula por mis venas”. Por las del poeta oriolano y por la suyas corrieron -y corren sin pausa- sentimientos, soledades, dichas, augurios, distancias…, que trazan la esencia misma del horizonte. Porque frente a ese fiero animal que se esconde tras las manecillas, hay una constante que gira en derredor de estas páginas: la finitud de un camino que el sujeto no quisiera reconocer como suya. Por eso, tras las cuatro esquinas de su acontecer, busca la manera de prolongar su tránsito, de renovar su ímpetu hasta alcanzar el balsámico ayer: “La máquina del tiempo es de madera:/ es el olor del lápiz/ lo que puede llevarnos otra vez a la infancia;/ si cerramos los ojos/ ese olor nos transporta -nos devuelve-/ hasta la parte en sombra del entonces”.

Dividido en cuatro apartados, “Viajes en el tiempo”, “Inventario de lo efímero”, “El contorno de las horas” y “Horizontes”, el volumen se articula desde un punto común en el que pareciera que el alma no es materia sino perspectiva, donde la consciencia es supervivencia, mas nunca azar.

Ya dejó escrito tiempo atrás Dámaso Alonso que “la poesía ha de separarnos de la contingencia y de la circunstancia, o, por lo menos, mostrarnos, al fondo de lo múltiple y variable, la raíz elemental que nos une con lo absoluto”.

En estos lúcidos poemas de Juan Frau, ese “absoluto” damasianoes, en verdad, la mirada integradora con la que confronta la comprensión de su propio devenir. Al cabo, no se trata tan sólo de esclarecer lo pretérito, sino de poder dilucidarlo, tutelarlo desde su más verosímil sincronía, pues como reconoce el propio poeta, “…aunque escondo el reloj y el calendario/ no consigo engañarme: no hay salida”:      

En suma, un bello poemario de íntima raíz que trasciende y se solidariza con la verdad de los espejos, el silencio de los años y los lentos pasos que nos dicta cada día el alba.

 

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