En román paladino

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El presidente del CGPJ terminó su mandato hace dos años y ahí sigue

Publicado: 29/09/2020 ·
09:32
· Actualizado: 29/09/2020 · 09:32
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Lleva 63 años en el trono y  no ha cometido errores en el estricto desempeño de su cargo. Quizá  por ello el 14 de octubre de 2019 llegó  Isabel II en un carruaje tirado por seis corceles y el aparatoso  acompañamiento  que acostumbra la corona británica hasta las Casas del Parlamento. La esperaban todos los lores, la mayoría con sus túnicas rojas y pelucas blancas en su cámara mientras en los comunes los diputados -allí no entra la reina- eran  llamados  a sumarse encabezados por el anterior speaker John Bercow, que se hizo famoso por sus variados tonos en las  llamadas al orden: “Order”, Order”.

La reina, que lleva capa larga y corona y usa el trono, lee punto por punto lo que le ha remitido el nominado primer ministro -en este caso Boris Johnson - sin aumentar o disminuir palabra alguna de lo escrito por “su gobierno”, el gobierno que ha ganado las elecciones. Boris Johnson no tiene asiento y escucha casi oculto y de pie entre  los diputados -que no caben en la cámara - el discurso que él ha escrito para que lo lea su majestad.

Bajando desde el Reino Unido a España. La espuma no parece dejar ver el fondo. El gobierno, gobierna. El rey, reina, pero no gobierna. La monarquía es constitucional y parlamentaria. El rey no puede hacer política y todos sus actos deben estar refrendados por el gobierno de turno. Los gobiernos cambian y el monarca continúa como  símbolo de permanencia  y unidad del Estado. Se ha pretendido politizar una decisión legítima -aunque no explicada - del gobierno sobre la presencia del rey en Barcelona. Era la tercera vez que un rey no acudía  a ese acto.  Los partidos pueden opinar libremente sobre ello, el rey, no. Por eso se ha equivocado llamando al presidente del Consejo del Poder Judicial para manifestarle que lamenta una decisión de “su gobierno”. No es constitucional.  El rey -en esos casos- no debe ni sentir ni padecer. Es la grandeza  y la carga de su función y su representación.  

El que lleva camino de convertirse en monarca es  Lesmes. El presidente del Poder Judicial hace dos años que terminó su mandato y ahí sigue. Es ya un septenato, como Mitterrand, pero sin elecciones.  Su cambio en  el cargo  caducado -solicitada por la mayoría  absoluta del parlamento -   ni está ni se le espera.

 

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