Quien a buen árbol se arrima...

La llamada del odio

De manera insistente se está produciendo una llamada al odio en nuestra sociedad, como una lluvia suave que de forma casi imperceptible acaba por...

Publicado: 26/05/2020 ·
20:35
· Actualizado: 26/05/2020 · 20:35
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Autor

Manuel Ruiz

Manuel Ruiz es biólogo y ocupa el cargo de presidente de la Asociación Ecologista GEA de Jaén

Quien a buen árbol se arrima...

Cuaderno sobre la importancia de ser responsables medioambientalmente y otras cuestiones culturales y patrimoniales de Jaén

VISITAR BLOG

De manera insistente se está produciendo una llamada al odio en nuestra sociedad, como una lluvia suave que de forma casi imperceptible acaba por empapar y calar hasta los huesos. Ya había escrito mi columna sobre la necesidad de reactivar el Plan de Acción de la Agenda 21 Local de Jaén, pero el corazón me pide cambiar de tema ante la insistencia de ese chirimiri.

El odio está llamando, tocando en los cristales y las puertas de la gente, asomado a las redes sociales, las conversaciones, las noticias. Y al igual que en los incendios, la ecuación del odio es bien sencilla. Una vez que prende, sólo necesita el omnipresente comburente, el oxígeno para el incendio o las emociones para el odio, y combustible, madera, hojarasca, papel, gasolina o mil tipos más para las llamas del incendio incipiente, o el seguidismo y confrontación en el caso del odio.

El odio nunca es solución para nada, ni siquiera el odio al odio, que sería como pretender apagar el fuego con gasolina. El odio actúa como un poderoso disolvente, capaz de atacar los más sólidos vínculos. No puede construirse nada estable con él, no hay posibilidad de un futuro civilizado en su compañía, no hay opción para solucionar problemas desde el odio, porque sus semillas no cesan de germinar en rencor. La justicia con odio no es justicia, la razón se disipa con el odio, el amor desde el odio es una estafa.

Frente a la llamada del odio lo mejor es no confrontar, no replicar, no entrar al trapo, porque cualquier respuesta, por muy asistida por la razón que esté, aún bien guiada desde la buena intención, es combustible para el fuego. No abrir la puerta al odio, es la mejor forma de contenerlo, aunque no la única.

No responder a la llamada del odio no implica indiferencia frente a él, ni renegar de las propias convicciones. Al contrario, ante estas situaciones hay que ser especialmente sensible al odio para detectarlo y cerrar la puerta ante él, y consolidar las ideas propias tras ponerlas en revisión y fortalecerlas desde la razón y el entendimiento.

El fuego del odio se aisla no respondiendo a su llamada y se sofoca desde la vivencia de las propias convicciones, que podrán ser divergentes con las de los demás, pero si van acompañadas por un profundo respeto a la dignidad propia y ajena, cual seguro aislante, jamás producirán la chispa necesaria para prender la llama del odio.

El odio llama desde muchos puntos diferentes. Como si de un virus informático se tratara, o una estafa de phishing o un troyano que busca nuestros datos personales, no hay que abrir nunca ese archivo.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN