La pandemia del Covi-19 ha generado una crisis sanitaria sin precedentes en todo el planeta. Una pandemia que ha removido también los cimientos de la economía mundial y que, desgraciadamente, va a provocar también una crisis social de incalculables dimensiones. El confinamiento y la paralización casi total de la actividad productiva ha hecho aflorar al mismo tiempo un profundo desgarro social entre la población del que la provincia de Jaén no es ajena.
El último informe Foessa de Cáritas cifró en unas 80.000 las personas en situación de exclusión social en la provincia de Jaén. “Los pobres son cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. Tener trabajo no garantiza la inclusión social”, señalaba antes de esta crisis Rafael López Sidro, presidente provincial de Cáritas Diocesana. Esta organización ha alertado de la existencia de varias decenas de personas sin techo y también muchas personas mayores que viven solas y que, a su juicio, siguen al margen de los recursos de emergencia habilitados en Jaén en el plan de choque contra el coronavirus. Una situación que se agrava por el cierre actual de los comedores del centro de día Santa Clara y el de San Roque, así como la casa ‘Nuestra Buena Madre’.
Actualmente, se considera personas que viven en riesgo de pobreza moderada a las que tienen ingresos inferiores a los 8.871euros al año, mientras que para la pobreza severa los ingresos se reducen hasta los 4.436. Con estos indicadores, en la provincia de Jaén el 37% de las declaraciones del IRPF en 2017 presentaban ingresos comprendidos en la franja que mide la pobreza la moderada y la severa. En la capital, según otros estudios, el porcentaje de pobreza severa se sitúa en el 10,9%, y el 20,4% de pobreza moderada. La Red Andaluza contra la Pobreza y la Exclusión Social, de la que forman parte diversos colectivos de Jaén, llamaba la atención en un reciente estudio de cómo la pobreza se ha cronificado en la provincia en la última década. “Esta es la crisis que no cesa”, dijeron. El estudio revela que en Andalucía sigue habiendo más de tres millones de personas en riesgo de pobreza o exclusión: un 37,3%, un porcentaje que en Jaén podría ser incluso mayor.
Desde la Asociación Andaluza de Barrios Ignorados (AABI) se ha dado la voz de alarma por el agravamiento de la pobreza en esta crisis sanitaria. Empleadas de hogar que ya no trabajan, niños que se han quedado sin comedor escolar o mercadillos o venta ambulante paralizada y que ha dejado a muchas personas sin ingresos. Además, los servicios sociales comunitarios han reducido su atención al público y ahora están menos accesibles. “Esta persona condena a muchas personas y familias a no poder pedir lo que necesitan, precisamente cuando más falta les hace. Hacen falta más recursos y nuevas formas de llegar a los más vulnerables”, señala Lola Contreras, presidenta de AABI. Esta asociación reclama una renta básica de cuarentena para todas las personas en riesgo de exclusión social.
Pero si hay un colectivo al que esta crisis está golpeando con mayor virulencia este es el de las personas mayores. En Jaén, el índice de envejecimiento es el del 52,27, mayor que la media de Andalucía (51,66). También la tasa de mortalidad ha experimentado un aumento de más de un punto porcentual desde 2012. Y han aumentado los casos de tuberculosis, infección gonocócica, sífilis o parotiditis. En cuanto a la evolución del gasto farmacéutico, los datos del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía revelan un gasto de 1.297.290,8 euros, y un gasto medio por habitante de 249,8 euros, la cifra más alta del conjunto andaluz. El Consejo Económico y Social (CES) de la provincia de Jaén, en un boletín extraordinario donde analiza los efectos de la crisis del Covid-19, advierte que Jaén es la provincia andaluza con menos centros hospitalarios. Se han contabilizado 1.375 camas hospitalarias en los diferentes centros públicos de la provincia, más otras 39 en centros privados. El gasto sanitario ha ido creciendo de forma progresiva desde 2013, aunque no ocurre así en materia de personal. Según el CES, actualmente el SAS invierte en personal la misma cantidad que en 2010, “lo que demuestra una pérdida de recursos humanos a pesar del incremento continuado desde 2015, lo que nos sitúa al mismo nivel presupuestario de hace casi una década”.
Los menores son otro de los sectores más amenazados por esta crisis. El Observatorio de la Infancia en Andalucía sitúa en el 26,9% los menores de 18 años en la comunidad (más de una cuarta parte) que están en riesgo de pobreza, más de 428.000 niñas, niños y adolescentes. El riesgo de pobreza severa afecta al 13,3%, casi tres puntos por encima de la tasa de la población general. La llamada pobreza energética afecta al 12,2%. Y el 12,4% de los menores viven en hogares castigados habitualmente con el desempleo.
Solidaridad Interterritorial
¿La pandemia está visibilizando mucho más el medio rural? Así lo sostiene Solidaridad Interterritorial (SI), una organización que trabaja para prestar apoyo a los más desfavorecidos en los más de 7.400 municipios españoles de menos de 10.000 habitantes, más de 80 en Jaén. “El medio rural no está sufriendo con la misma intensidad las consecuencias de esta crisis sanitaria. Vivir en el campo está siendo una saludable burbuja para sus habitantes, que además siguen trabajando para que no falten alimentos en nuestras mesas”, asegura Ana Isabel Esteban, presidenta de SI, que alerta, no obstante, de las carencias que aún existen en los pueblos más pequeños: “Desde el medio rural, ahora que estamos aprendiendo aceleradamente a teletrabajar, se puede desarrollar una actividad económica complementaria a la agraria, siempre que existan redes de internet con alta velocidad y capacidad, además de infraestructuras de transporte rápidas para conciliar trabajo presencial y a distancia. La carencia de esta inversión no puede continuar siendo una de las razones que siguen impidiendo el traslado de la actividad económica y el emprendimiento a cualquier rincón de nuestro medio rural, lo que ayudaría a descongestionar las grandes ciudades y aminorar las emisiones de C02”. Según Esteban, en este confinamiento se están valorizando oficios tan antiguos y universales como son los cuidados domiciliarios y de proximidad, y añade que “si existen servicios de conciliación se avanzará en igualdad y justicia social”.
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