Quien a buen árbol se arrima...

Altruismo y evolución

La pandemia del Covid-19 está poniendo de manifiesto la relevancia que tuvo, en nuestra evolución como seres humanos, la adquisición de uno de nuestros...

Publicado: 25/03/2020 ·
10:52
· Actualizado: 25/03/2020 · 10:52
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Autor

Manuel Ruiz

Manuel Ruiz es biólogo y ocupa el cargo de presidente de la Asociación Ecologista GEA de Jaén

Quien a buen árbol se arrima...

Cuaderno sobre la importancia de ser responsables medioambientalmente y otras cuestiones culturales y patrimoniales de Jaén

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La pandemia del Covid-19 está poniendo de manifiesto la relevancia que tuvo, en nuestra evolución como seres humanos, la adquisición de uno de nuestros rasgos identitarios más importantes: el comportamiento altruista o benefactor. Los antropólogos han encontrado fósiles humanos, de cuando éramos otra especie diferente, con señales evidentes de cuidados, para Margaret Mead el primer rasgo de civilización son las pruebas de esa ayuda a un congénere y el psicólogo evolutivo Michael Tomasello afirma que la cooperación es algo innato en el ser humano y la raíz de nuestra humanidad.

El comportamiento de ayuda o cuidado a otra persona no es consecuencia de una ideología o de una creencia, sino que es todo un logro evolutivo en el proceso de humanización que se inició hace millones de años. Cierto es que las ideas o la fe pueden aportar rasgos singulares a la ayuda desinteresada, pero el impulso inicial es una característica que forma parte de la esencia del ser humano. La evolución nos ha llevado a nuestra especie a desarrollar un comportamiento opuesto a lo insolidario para poder sobrevivir.

Las grandes catástrofes o esta profunda crisis sanitaria del coronavirus activan esa especie de “gen cultural” y hacen brotar iniciativas muy emotivas de generosidad puesta al servicio de la otra persona. ¿Por qué, si la solidaridad y el altruismo son logros evolutivos, no se encuentran más presente en nuestra sociedad? La respuesta no cabe en esta columna, ni yo me atrevería a darla, pero es evidente que la sombra del egoísmo está detrás. Egoísmo que también forma parte de nuestra naturaleza más instintiva. La educación, otro logro evolutivo, viene a proporcionar las herramientas que permitan que el comportamiento altruista prevalezca sobre el comportamiento egoísta.

Cuando termine esta discontinuidad social deberíamos reconducir nuestra convivencia a mayores niveles de acciones generosas. Los emotivos y multitudinarios aplausos de las ocho de la tarde de cada jornada, son un reconocimiento implícito de la importancia de la entrega altruista y heroica de una pequeña fracción de la sociedad y esta relevancia la deberemos incorporar a nuestras decisiones cotidianas la búsqueda del bien común, única garantía del bienestar individual. Hay que desterrar el individualismo insolidario, al que aluden y promueven los grandes centros de poder para garantizar una más efectiva manipulación.

Cooperación, altruismo, generosidad, solidaridad son diferentes facetas del Bien, el arquetipo platónico que inspira las posibilidades y senderos que nos acercan a él, caminos que recorre la filosofía.

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