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El cuento de nunca acabar

No sé, como jiennenses, si somos conscientes de la que se nos viene encima. Cada día importamos menos a los que mandan en Madrid y Sevilla. Es cuestión...

Publicado: 09/02/2020 ·
22:57
· Actualizado: 09/02/2020 · 22:57
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Autor

Manuel Expósito

Director general de Gestión de Medios Jiennenses

Expositor

El blog Expositor se centra en la crónica política de la semana en Jaén y provincia

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No sé, como jiennenses, si somos conscientes de la que se nos viene encima. Cada día importamos menos a los que mandan en Madrid y Sevilla. Es cuestión de volúmenes, de pesos específicos, de centros decisorios y círculos de influencia. En suma, una maldita historia de poderes en la sombra, tan real como la vida misma, trufada de ambigüedades y verdades a medias, donde Jaén no ostenta ni la triste categoría de convidada de piedra. No somos nada, desconectados de los circuitos de la modernidad y el desarrollo, con nuestros 66 millones de olivos, que año tras año son más -en contraste con el hecho poblacional: cada nueva entrega del INE nos sobran más dedos-, en su mayor parte de olivar tradicional, que, al paso de cada cosecha, representan menos en el contexto de la producción mundial. En la globalización oleícola, el intensivismo (y superintensivismo) se impone en territorios que antes no eran idóneos para su cultivo, universalizando implementaciones metodológicas que siempre nos sonaron por aquí a chino mandarín. Las movilizaciones del ’30-E’ dieron paso a una escenificación versallesca de la relación entre los políticos de salón y sus representados: Luis Planas, un ministro socialista a quien apoya paradójicamente Asaja más que ninguna otra organización agraria, promete meter en vereda a los cinco grandes distribuidores comerciales para que dejen de vender aceite de oliva a pérdidas, en tanto avanza un anteproyecto de reforma de la Ley de Cadena Alimentaria que defienda mejor a productores y consumidores. Es decir, en la práctica, dadas las urgencias, un compromiso firme de procurarlo todo basado en la mismísima nada. Jaén encoge, embebe, se constriñe, casi 600 millones de euros que dejará de ingresar durante esta campaña por vender el kilo de aceituna 20 céntimos por debajo de la mínima rentabilidad, mientras sus políticos discuten sobre los cuartos de la ITI, las campanadas del flamante Plan de Empleo de Diputación y las uvas contadas de un periodo de escolarización en ciernes que descarta, de antemano, incrementar los conciertos educativos con la privada –en bachilleratos, tampoco- y que vislumbra, por mor de la sangría demográfica, la supresión de no menos de 70 unidades en el próximo curso.

La crónica política de la semana en Jaén, en consecuencia, se resume en el poema sabinero de “yo no quiero sembrar ni compartir, yo no quiero 14 de febrero ni cumpleaños feliz”. Juanfra Serrano, alcalde y diputado, el delfín elegido por el aparato hurtadiano cuando llegada sea su hora, ni antes ni después, abandonaba entre pucheros, por edad, este ‘finde’, en ‘su’ Bedmar, la secretaría provincial de JJSS. Juan Bravo, exvoto de estreno de la brigada paracaidista en el PP jaenciano, alienta el inconformismo contestatario de una ‘Jaén Merece Más’ que, así puestos, se pide la declaración de ‘zona franca’. Los anticapitalistas de Teresa Rodríguez y Miguel Urban, de marea a marejada, amenazan con no participar en la tercera asamblea de Podemos y plantearse dejar el partido. Pero la sal gorda saldrá de Ciudadanos, la opción naranja-liberal que dejó a la deriva Albert Rivera al consumarse el batacazo del ’10-N’, atrapada en el sorpasso de PP y Vox, con un liderazgo futuro, preclaro, encarnado por Inés Arrimadas, con permiso de Francisco Igea. A finales de semana, los militantes de Cs en la provincia seleccionarán a sus 6 compromisarios a la V Asamblea General de Ciudadanos, 14 y 15 de marzo, que elegirá presidente y comité ejecutivo. Media docena que bien podrían haberse repartido, a priori, Jaén y Porcuna, 4-2, dejando fuera a Linares, si no es por la equidistancia del secretario de organización provincial, Sebastián Sola, más quemado ya a estas alturas que el palo de un churrero. Jaén, en el fondo, no compartía invisibilizar al alcalde de la ciudad más importante que gobiernan en la provincia, Raúl Caro. La división regional, un hecho incontrovertible, se traslada a la dirigencia provinciana. En el grupo parlamentario andaluz, el vicepresidente de la Junta y líder en ejercicio, Juan Marín, apenas alinea a 5 de los 21 diputados autonómicos. El resto, controlado por Fran Hervías, factótum de la gestora, quintaesencia del centralismo riverista –la clave de debate en el cónclave orgánico de marzo será sostener el centralismo de Barcelona/Madrid o promover la descentralización del discurso-, parece situar como alternativa a Marín a la consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, Rocío Ruiz. Por eso, Juan Marín ha captado para su causa a la portavoz liberal en la Diputación de Huelva, María Ponce. Por lo visto en Antequera, el 26 de enero, en la celebración del primer aniversario del nuevo Gobierno de la Junta, Miguel Moreno, responsable de la expansión de la marca Cs en la Jaén rural, está con Marín. Mayoría clara en Jaén, aunque, quizá, minoría en el conjunto regional. Javier Imbroda, silente, podría erigirse en tercera vía. El cuento de nunca acabar.

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