En román paladino

Que dicen los americanos...

El objetivo era que no “pisara” España una persona vetada por la comunidad internacional

Publicado: 27/01/2020 ·
21:50
· Actualizado: 27/01/2020 · 21:50
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Consejos vendo  y para mí no tengo”  es el refrán que se  debe aplicar  a la actitud de la diplomacia americana con ocasión de la fugaz intervención del ministro Ábalos al acercarse en Barajas al avión que -en parada técnica - transportaba hacia Turquía a la vicepresidenta de  Venezuela, Delcy Rodríguez, para explicarle que no podía entrar en el espacio europeo. “Decepcionante y desalentador” han sido las palabras de disgusto hacia el gobierno  de una portavoz del Departamento de Estado norteamericano, con  ínfulas de establecer normas morales  a la vida internacional.

Se puede discutir si el contacto podía haber sido más oficial y no por  cercanía personal al ministro de Turismo venezolano,  pero el objetivo era que no “pisara” España una persona vetada por la comunidad internacional. Y se cumplió.  No se entiende,  por tanto, el  sectario rasgado  de vestiduras de la oposición española y mucho menos de quienes tienen tratos y cumbres con países de  similar  relación con los derechos humanos que Venezuela, como Arabia Saudita, Corea del Norte,  China u otros. Pero con estos se hacen contratos multimillonarios y  fotografías sonrientes,  a pesar de  su naturaleza poco recomendable. A Venezuela, Irán o Cuba, por razones ideológicas,  se pretende convertir en Estados parias, con  bloqueos y embargos. Es  intolerable la hipocresía  de un  país -con larga historia de intervenciones y golpes-  que  comete asesinatos de dirigentes extranjeros,  provee de armamento altamente mortífero a regímenes dictatoriales y  pretende imponer pautas éticas  cuando ni  siquiera reconoce la jurisdicción  de la Corte Penal Internacional  para   actuar impunemente en el mundo. La derecha española lo calla.

Un referente intelectual, Rawls,  entiende la defensa de los derechos humanos como un deber de la política exterior de cada Estado, pero comprende la ayuda a determinadas sociedades no liberales sometidas a condiciones no democráticas. España cree que “La promoción y defensa de los derechos humanos constituye una de las prioridades de la política exterior del gobierno así́ como de su política de cooperación internacional”. Los Estados democráticos -incluida España- rigen  su política exterior por principios,  aunque teniendo en cuenta sus intereses.  El presidente Jimmy Carter, al contrario que Donald Trump, quería el compromiso de Estados Unidos con los derechos humanos como un componente fundamental de su  política exterior pero sabiendo que “vivimos en un mundo que es imperfecto y que siempre será imperfecto”. Ése es el dilema.

 

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