Jaén

Molina, del ocaso industrial a la corrupción

“Nos sentimos engañados”, rememora José Mira, que trabajó 20 años en la cárnica jiennense hasta su cierre en 2007 y protagonizó una acampada de 18 meses

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Instalaciones abandonadas de la antigua industria cárnica Molina

Extrabajadores de Molina durante su acampada a las puertas de la Junta de Andalucía

"Nos sentimos engañados, fuimos utilizados y nos robaron los mejores años de nuestra vida”. A sus 56 años, José Mira contempla, estupefacto, las noticias que han vuelto a aparecer sobre la crisis industrial en la industria cárnica jiennense Molina, situada como el origen y del escándalo político y judicial de los ERE en Andalucía. José Mira trabajó durante 20  años en Molina hasta el cierre de la industria en 2007, ya bajo la denominación de Primayor. Ahora, más de una década después rememora aquél calvario padecido junto a los 144 compañeros que vivieron en primera persona el ocaso de una industria que, pese a las ayudas públicas recibidas, pasó en poco tiempo de ser un referente del sector cárnico a convertirse  en uno de los principales focos asociados a la corrupción  en Andalucía. Molina llegó a tener en sus mejores tiempos 1.100 trabajadores y cuando la Junta asumió su control en 1995 todavía contaba con medio millar de empleados. “Recibimos multitud de promesas de recolocación, pero lo cierto es que  nada se cumplió y lo cierto es que muchos compañeros siguen en paro muchos años después y el resto hemos  ido sobreviviendo con  trabajos temporales”, declara a este periódico José Mira, que fue también durante muchos años miembro del comité de empresa de Cárnicas Molina y, más tarde, de Primayor.  Tampoco llegaron a cobrar el dinero que se les prometió por la realización de unos cursos de formación.

De nada sirvió también la acampada que, durante un año y medio, llevaron a cabo los extrabajadores de Primayor a las puertas de la Junta de Andalucía de la capital jiennense, una acampada que batió todos los récord de duración y que sólo sirvió para que los empleados recibieron la solidaridad de los ciudadanos jiennenses. Admite Mira que las últimas noticias vinculadas a nuevos casos de corrupción en las ayudas a Molina les están sorprendiendo.  Y, al mismo tiempo, reconoce sentir angustia cuando pasa cerca de las instalaciones de la antigua Molina, que llevan años desmanteladas y en un estado de abandono. “La verdad es que quiero olvidar todo lo que pasamos, pero no es fácil”, indica. Hay que recordar que la Junta de Andalucía va a personarse en la nueva causa judicial abierta vinculada a los ERE, relativa a la ayuda concedida a la empresa jiennense Cárnicas Molina. Por este caso, la Justicia investiga al expresidente de la Junta Manuel Chaves y al que fuera consejero de Presidencia Gaspar Zarrías.  El nuevo expediente investiga la ayuda de 5,8 millones de euros concedidos por la Junta de Andalucía hace una década a Cárnicas Molina. “Se dio sin ningún tipo de informe, ni de garantías jurídicas”, señaló el vicepresidente de la Junta, Juan Marín. El Juzgado de Instrucción 6 de Sevilla abrió una pieza para investigar a Chaves y Zarrías, además de otros ocho exaltos cargos, sobre prevaricación y malversación al dar ayudas a Cárnicas Molina.

Los 144 extrabajadores de Primaryor estuvieron desde 2008  esperando a que el Gobierno andaluz cumpliera su compromiso de recolocación en otras empresas después de una larga travesía desde que la antigua Cárnicas Molina entrara en crisis en la década de los noventa. Primero fue el fiasco de Dhul, que tras el concurso de acreedores de Nueva Rumasa paró la fábrica que construía en Jaén y donde se iba a recolocar la mitad de la plantilla en una fábrica que contó con el respaldo del Gobierno andaluz a través de varias líneas de incentivos de las Consejerías de Economía, Innovación y Ciencia y Agricultura, por valor de unos 14,3 millones de euros. Posteriormente, los trabajadores recibieron  la noticia de una próxima recolocación de parte de la plantilla en Proasego, y más tarde en la empresa Fast-Trading, que presentó el proyecto de una planta de pan ultracongelado en el parque tecnológico de Geolit. Pero nada de nada se logró, y los trabajadores, que sólo percibieron el dinero procedente del Fogassa como indemnización por los años trabajados en la empresa cárnica, fueron agotando las prestaciones sociales y los subsidios. La alta edad media de la plantilla fue otro motivo que dificultó la recolocación de los empleados de Molina. José Mira recuerda que muchos de ellos quedaron en la calle al borde de los 50 años de edad, por lo que les resultó muy complicado volver a la vida laboral.

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