Escribió el periodista Antonio Casado que estamos ante “cuatro incógnitas: el 16, euroorden de Puigdemont; el 18, Barça-Madrid; el 19, la inmunidad de Junqueras, y el 21, el congreso de ERC”. Exceptuando el acontecimiento deportivo, en el que la calificación de “alto riesgo” podrá evitar males mayores, tanto el congreso de Esquerra Republicana, como las decisiones que adopten los tribunales belga sobre Puigdemont y el de la Unión Europea sobre Junqueras son imprevisibles e incidirán en la crisis política española.
La conclusión es que estas circunstancias llevarán previsiblemente a la postergación de la investidura de Pedro Sánchez y España seguirá con un gobierno en funciones y con los presupuestos prorrogados de Cristobal Montoro, aquel ministro, ya lejanísimo en el tiempo, que una vez aprobó una cuentas para este país. Afortunadamente la marcha de la economía española se mantiene estable -aunque a la baja- pero sin peligro de recesión. Lo dice hasta el Banco de España, que es gran agorero de malas noticias, y sostiene que el crecimiento no bajará del 2%. No es el 3,8% del 2015 pero no es ni desaceleración ni mucho menos recesión, que exige, como se sabe , dos o tres trimestres seguidos de crecimiento negativo. Ni de lejos, en estos momentos.
La política es otra cosa. marcha peor que la economía. Si se establece la hipótesis de que el PSOE no facilitará a la oposición una nueva investidura fallida de su candidato, el resultado será que se alargará el periodo de gobierno en funciones, para contento de los ministros que saben que van a cesar, y -como la Constitución no contempla plazos de caducidad - se estará a la espera de que un grupo político catalán decida abstenerse. La otra salida, que los grupos nacionales de Ciudadanos y Partido Popular se conmuevan es una vía muerta. Ya han dejado claro que aman tanto a España que sólo apoyarán un gobierno si lo encabezan ellos mismos, quizá porque han leído con atención el Evangelio de San Marcos (12, 31) que “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. Pero no más que a ti mismo. Los partidos confesionales, por consiguiente, están exentos de sacrificarse, como sí lo hizo para hacer presidente a Mariano Rajoy el partido laico -PSOE- , que se dividió en dos por amar al prójimo -al PP- más que a sí mismo.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es