Con Y griega

Muerte en prisión

Y lo peor de todo, tal vez, sea la ausencia de una respuesta adecuada a este gravísimo problema que se pone de manifiesto continuament

Publicado: 09/12/2019 ·
18:58
· Actualizado: 10/12/2019 · 09:00
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Autor

Antonio Yélamo

Periodista de dilatada trayectoria, Antonio Yélamo es director de Radio Sevilla, en la Cadena Ser

Con Y griega

La actualidad política, social y económica andaluza analizada desde la A a la Y con el sello personal de Antonio Yélamo

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Con una asombrosa indiferencia asistimos al goteo informativo, casi diario, de la muerte de reclusos en nuestras cárceles. El caso más reciente es de la semana pasada al registrase el fallecimiento de un interno de 48 años de edad en Sevilla-1. Su cuerpo sin vida fue hallado en su celda, durante el habitual recuento de las 8 de la mañana. La muerte pudo originarse varias horas antes, a causa de una ingestión de pastillas tranquilizantes. Como viene ocurriendo siempre que trascienden estas noticias, del fallecido solo se conocen sus siglas, F.J.M. Desde luego, podría  haber corrido otra suerte si hubiera habido más personal sanitario en dicha prisión, tal y como lo denuncia el CSIF, que junto con los demás sindicatos, viene reclamando más médicos y resto de personal sanitario para atender cómo responde a la numerosa población reclusa existente.

A esta alarmante falta de recursos se unen, además, las ya conocidas carencias que sufren las plantillas de funcionarios y personal laboral de los diferentes centros penitenciarios. Si ya de por sí es extrema la dotación de efectivos en los organismos públicos, por mor de los condicionantes impuestos a consecuencia de las medidas de austeridad establecidas en su día, resulta dramático comprobar el duro impacto que tienen estas decisiones en aquellos colectivos más necesitados y que se encuentran en una verdadera situación límite tanto para los internos como para los que tienen la difícil misión de atenderlos.

Un día sí y otro, también, se contabilizan incidentes de todo tipo en nuestras prisiones, incluidas las muy frecuentes agresiones a sus funcionarios así como problemas de convivencia  entre la propia población reclusa. Y lo peor de todo, tal vez, sea la ausencia de una respuesta adecuada a este gravísimo problema que se pone de manifiesto continuamente. Pagan con la privación de su libertad la infracción de la Ley pero no por eso se les debe menoscabar su derecho a una vida digna y respetuosa con su condición humana. El sistema penitenciario hace agua por todas partes. Se requiere una actuación cuanto antes.

 

 

 

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