Si algo ha diferenciado a Andalucía del resto de España en los años de Democracia ha sido el hecho diferencial de la pervivencia del caciquismo y el clientelismo en su forma de autogobierno y en la de muchos de sus ayuntamientos. La dependencia amable de los ciudadanos hacia sus estructuras de poder se ha alimentado de agradecimientos que engrasaban la máquina electoral. Un sistema planteado desde la transversalidad política e ideológica; y es que, más allá de su adscripción progresista, escondía un espíritu enormemente conservador en grandes aspectos.
Ahora la condena de los ERE describe en su sentencia el modelo; el sistema delictivo por el que se desviaron cientos de millones de euros y se repartieron, sin controles adecuados, entre empresas y personas afines al PSOE. La compra de la paz social a cambio de limitar el progreso de Andalucía.
Griñán, Chaves y Zarrías no se llenaron los bolsillos directamente de esos fondos, es cierto, pero no es por eso por lo que se les ha juzgado y condenado. Sino por el fraude que ellos y muchos más cometieron contra la hacienda andaluza en favor de una red clientelar que en los próximos meses se enfrentará a los juzgados para rendir cuentas, y esperemos, devolver lo malversado. También es verdad que no se ha acreditado financiación ilegal del PSOE (como la hubo del PP en Gürtel); pero es que el sistema diseñado hacía que no fuera necesario manchar el partido para afrontar con ventaja las elecciones, era la Junta la que se corrompía por él.
Más allá de los años de cárcel e inhabilitación cabe destacar el golpe moral. La sentencia da la razón a la jueza Mercedes Alaya y se la resta a cuantos la atacaron desde la política, medios de comunicación y hasta compañeros del ámbito judicial que promovieron su retirada del caso. No eran ”cuatro golfos”, sino todo un “Régimen” diseñado desde la política y esta sentencia, que absuelve al Interventor General y al Director del Gabinete Jurídico, lo confirma.
De aquella polémica grabación que decía: “Después de la ola de frío os quiero en la calle haciendo campaña electoral” a este fallo, han pasado 4 años. Desde entonces el frío se ha instalado en la tela de araña andaluza. En nuestra mano está que no se vuelva a tejer, porque acabar con el clientelismo y el caciquismo es, sobre todo, una responsabilidad ciudadana; y el déficit de desarrollo de Andalucía, nuestra merecida condena por haberlo consentido.
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