Un paisaje modelado por la guerra

Publicado: 27/06/2019
Juan Carlos Bellón insistió en que el cerro revela un paisaje de continua guerra y apremia a su estudio como se ha hecho en Iliturgi y Cástulo
La imagen que la sociedad tiene aún de la arqueología no solo está trasnochada, sino que forma parte ya del imaginario literario y cinematográfico popular. La primera mesa redonda de las Jornadas Jahencianas sobre el cerro de Santa Catalina, centradas en el patrimonio arqueológico y su investigación comenzó con el profesor del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología de Ibérica de la Universidad de Jaén, Juan Pedro Bellón, quien desgranó los estudios que le ocupan desde 2003 sobre la II Guerra Púnica y la batalla de Baécula. En este sentido, Bellón, que recordó que hoy en día la arqueología ha llegado a describir un minuto de la historia, trasladó que la imagen del cerro de Santa Catalina es hoy en día un paisaje de paz y de ocio, en referencia a los pinos plantados en la posguerra, algo impensable para quienes construyeron fortalezas para defenderse de los ataques de sus enemigos.

“La sangre corría por la Magdalena”, afirmó Bellón para ilustrar que el cerro estaba marcado por la guerra y para recordar que la invasión romana fue dramática para los pueblos conquistados. El investigador destacó la importancia de la provincia de Jaén en la II Guerra Púnica, con batallas como la de Baécula o la de Cástulo y adelantó la intención de estudiar el oppidum del cerro de Santa Catalina en ese contexto. “No queremos quedarnos en la arqueología del minuto, sino saber qué pasó después”, concluyó para dar paso a su colega y profesor también del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología de Ibérica de la Universidad de Jaén, Miguel Ángel Lechuga, que reveló las nuevas técnicas utilizadas para dar con yacimientos escaneando la superficie del terreno. El método utilizado para localizar el oppidum del cerro de Santa Catalina es el LIDAR, acrónimo de Light Detection and Ranging o Laser Imaging Detection and Ranging, que es un dispositivo que permite determinar la distancia desde un emisor láser a un objeto o superficie utilizando un haz láser pulsado. Esta técnica ha localizado en la cara noroeste del cerro lo que podría ser el poblado ibero, en el lugar que se imaginaba que estaba, por la orografía, muy similar a la de Puente Tablas antes de que se excavara. En este sentido, Miguel Ángel Lechuga indicó que la parte más elevada del terreno corresponde a la muralla del siglo IV antes de nuestra era.

A continuación, la profesora del Área de Historia Medieval de la Universidad de Jaén, María Victoria Gutiérrez Calderón centró su alocución en el estado en el que se encuentran los restos de las alcazabas bajo el título “Propuestas de investigación histórica en las Alcazabas medievales del Cerro de Santa Catalina”.  La arqueóloga abogó por realizar una primera aproximación a los elementos en la ladera para ponerlos en valor, recuperando el camino islámico. Además, urgió a  que se actúe en los restos del alcázar de Abrehui y concluyó con una reflexión: “Es más importante recuperar el cerro que el funicular”. Por último, la profesora también del Área de Historia Medieval de la UJA, Irene Montilla Torres, centró su intervención en la arqueología de la arquitectura y en cómo actuar en las murallas que han visto como se sucedían las distintas culturas. “El objetivo no solo tiene que ser la muralla, sino la sociedad que está detrás”, finalizó Montilla.

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