El Defensor del Pueblo, en funciones, Jesús Maeztu ha presentado en el Parlamento Andaluz el informe correspondiente al pasado ejercicio en donde se hace un pormenorizado balance del trabajo efectuado por su oficina. Un resumen de gestiones con el que se puede hacer un fiel retrato del momento actual de nuestra tierra. Los números hablan por sí solos. Se contabilizaron un total de 24.761 actuaciones repartidas en 10.915 quejas, más de 13.000 consultas y 729 actividades de promoción de derechos. Son las cifras más elevadas registradas desde la creación de esta institución cuya existencia está recogida en nuestro Estatuto de Autonomía y que dabuena cuenta de la utilidad social de esta figura con la que nos hemos dotados los andaluces.
Las materias abordadas señalan un perfil muy riguroso de las preocupaciones que atañen a los andaluces. Se ha incrementado notablemente el número de quejas y el de consultas. Tienen que ver con asuntos relacionados con la Educación, Salud, Dependencia, Servicios Sociales,Vivienda,Menores, Justicia, Prisiones, Urbanismo, Movilidad y Accesibilidad, entre otros. A través de ellas podemos hacer, por tanto, un recorrido cierto por los problemas más reales, al margen de los discursos oficiales que se refieren a una salida de la crisis económica que hemos padecido pero que sigue afectando duramente a los colectivos más desfavorecidos, tal y como nos alerta el propio Maeztu. Se destaca, además, el acierto de poner en marcha en este departamento de un Servicio de Mediación profesional que está resultando muy eficaz para la resolución de quejas y conflictostanto que otras oficinas van a implantarlo en sus respectivas Comunidades Autónomas.
Sin embargo, Maeztu hizo una apreciación más a los parlamentarios que se presta a la discusión. A su juicio, hay una creciente reacción de la sociedad en favor de sus derechos. Afirmó que los andaluces son cada vez más conscientes de las amenazas de pérdida de sus derechos. Puede que sea mucho decir esto, sobre todo, si se tienen en cuenta los miles de andaluces que en las diferentes consultas electoraleshan optado por una formulación política extrema, dispuesta a derribar muchas de las conquistas sociales logradas en los últimos años. Así las cosas, atribuyamos, más bien, esta apreciación a un exceso de optimismo denuestro Defensor y depositemos nuestra esperanza en que, en efecto, cada hay más gente consciente de los progresos sociales y de derechos que hemos conquistado con mucho esfuerzo. Ser conocedores del patrimonio alcanzado es la mejor forma de defendernos de los evidentes riesgos de retroceso a los que tenemos que hacer frente.
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