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El palacio de los Cobalena-Nicuesa

A espaldas de la Catedral de Jaén se ubica uno de los palacios más bellos de nuestra capital, el Palacio de los Cobaleda Nicuesa, concretamente...

Publicado: 16/05/2019 ·
00:25
· Actualizado: 16/05/2019 · 00:25
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Autor

Rafael Cámara

Rafael Cámara es presidente de la asociación Iuventa y comisario del programa de Viva Jaén 'Jaén Genuino'

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Campillejos es un blog que trata sobre la actualidad cultural y patrimonial de Jaén y su provincia

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A espaldas de la Catedral de Jaén se ubica uno de los palacios más bellos de nuestra capital, el Palacio de los Cobaleda Nicuesa, concretamente en la calle Ramón y Cajal. Según el Catálogo Monumental de la Ciudad de Jaén y su Término, el origen de este inmueble debe localizarse entre finales del siglo XV y el siglo XVI, si bien sufrió posteriores reformas.

El exterior, llamativo y por todos conocido, cuenta con una bella portada principal en la mencionada calle de Ramón y Cajal, en la que aparecen bizarros tenantes sosteniendo escudos sobre la cornisa.  El cuerpo de la puerta cuenta con un arco de medio punto y los sillares de las pilastras resaltadas, similar a otras fachadas fechadas en el siglo XVIII.

Creo que, aunque es lo más valioso, resulta injusto destacar sólo la fachada principal del conjunto de las que tiene el palacio dado que, tanto su lateral como parte trasera, en calle Almenas y Carrera de Jesús, tienen un fuerte regusto tradicional y, gracias que se han preservado, esta parte del entorno de la Catedral de Jaén es posiblemente la imagen histórica heredada más bella, insisto, en lo referido al entorno de la Catedral, no a las fachadas monumentales de esa Santa Iglesia.

Desde hace unos meses el Palacio de los Cobaleda-Nicuesa es visitable, gratuitamente, los martes entre las 9,30 y las 11,30 horas. En dicha visita se puede conocer gran parte de la belleza del mismo. El patio principal, con forja del siglo XIX, si bien cuenta con algunos restos anteriores. Algunos salones, con decoración de tradición europea incluso otro patio en el que una plantación de cañas de bambú nos lleva al gusto del Lejano Oriente.

Se visita además la bellísima escalera principal y, no lo esperaba cuando estuve en el palacio, las antiguas bodegas del mismo, a las que se llega por un peculiar acceso.

Es de justicia felicitar a los propietarios del monumento por el esfuerzo que ha debido suponer su mantenimiento, dejando un legado de valor incalculable a una ciudad que lamentablemente ha visto desaparecer un porcentaje de patrimonio muy, muy superior, a la media de otras ciudades históricas.

Igualmente hay que agradecer que muestren además de los salones o el patio central, elementos como el patio de las cañas de bambú o las bodegas, ampliando así el buen sabor que deja la visita a estos espacios.

Es cierto que no es visitable todo el palacio y existen elementos patrimoniales, como un oratorio del siglo XVIII, que sin duda tiene un gran valor monumental. Pero también es lógico que este tipo de monumentos se puedan conocer compaginando los intereses privados de quienes tienen en el mismo inmueble una serie de dependencias de uso personal, con la apertura de espacios que tienen menor dificultad a la hora de recibir visitas. Es por ello que, insisto, es de justicia felicitar y agradecer que, a pesar de las dificultades que sin duda encierra, se estén mostrando suficientes espacios como para que merezca la pena desplazarse a conocer este edificio. Les animo a conocerlo.

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