La frenética agenda de nuestros políticos nos deja una semana intensa en noticias a dos días de la cita con las urnas. Comenzábamos la semana con los debates políticos a cuatro y la concluimos con la fuga sorpresa de dirigentes del PP a Cs. Un movimiento estratégico de la formación naranja que a lo largo de su historia se ha ido alimentando tanto en el caladero socialista como en el popular. En Jaén hemos visto también como el partido de Albert Rivera se ha nutrido de concejales y alcaldes que en su día salieron rebotados de la dirección provincial del PP. Sin embargo, el más llamativo y sorprendente, por su cercanía con los comicios, es el del ex presidente de la comunidad de Madrid, Ángel Garrido. En la misma jornada en el que el BOE publicaba las candidaturas para las elecciones europeas del 26 de mayo y en las que él figuraba en el cuarto puesto de la lista del PP para esos comicios anunciaba su incorporación a las filas naranjas. Un golpe de efecto en la recta final de campaña para el partido de Pablo Casado que aspira a llegar a Moncloa de la mano de sus socios en Andalucía. Ciudadanos que acariciaba hace algo más de un año la presidencia del Gobierno ha abandonado el centro para mimetizarse con las opciones más conservadoras, dispuesto a pelear por el mismo espacio electoral, las políticas, los mensajes y hasta los candidatos. Ha lanzado una carga de profundidad a Casado a sabiendas de que sus opciones de alcanzar el poder pasan por un acuerdo de gobierno con los populares, aunque ello implique apoyarse en la ultraderecha si sus votos son necesarios para echar a Pedro Sánchez y todo ello enmarcado en un mensaje bronco y embrutecido, basado incluso en lanzar puras falsedades. Esta lucha cainita tan de la izquierda se ha trasladado a la derecha comandada ahora, le guste o no, por una formación cuyo único ideario político se sustenta en la reconquista de España. La crisis constitucional abierta desde Cataluña ha brindado al trío de Colón una fábrica de miedo y exaltación nacional que les ha permitido colocar en primera línea del debate político el independentismo catalán. El mantra de ‘España se rompe’ se ha impuesto a cuestiones tan básicas y al mismo tiempo tan esenciales para la mejora del estado de bienestar y la calidad de vida de la gente. El 28-A podemos elegir entre un país que reivindica su diversidad, su carácter inclusivo abierto y dialogante o aceptar un país excluyente y autoritario. Recuerda: al fascismo se le vence votando, llenando las urnas de 'bondad democrática'.
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