Sucede en esta ciudad que quienes pasean por ella y quienes vienen a visitarla se encuentran con dos caras de una misma moneda. Conviviendo en un mismo lugar el viajero puede disfrutar de algunos de los rincones más bellos del país, como es el caso de la Catedral de Jaén. Sin embargo, también puede sonrojarse con el estado en el que se encuentran algunas zonas de su entorno, sobre todo en cuanto a pintadas se refiere. Somos los jienenses, en primer lugar, quienes debemos mantener este entorno, cuidarlo, estar orgullosos de él y vigilarlo. Sin embargo, cuando transcurre el tiempo y esas pintadas comienzan a formar parte del paisaje habitual de la zona, al incivismo se le suma la dejadez municipal, que debe velar por el estado de sus calles y de su patrimonio. Por primera Jaén ha alcanzado las mismas cifras de turistas que tenía hace diez años a nivel provincial. El turismo vive una auténtico ‘boom’ social y es necesario que lo aprovechemos. Se trata de un todo: los jienenses debemos cuidar nuestra ciudad y el Ayuntamiento tiene que conservarla y mejorarla. Y las administraciones autonómica y del Estado cumplir con sus eternos proyectos e invertir en una ciudad que tiene una potencialidad envidiable y que hay que mostrar en todo su esplendor.
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