Le dieron un solo minuto, ¡pero qué minuto! La reconquista de Sevilla nace en Jaén, dijo. La frase fue acompañada de un tono triunfal, entusiasta, como si del mismo Fernando III se tratara y como si se estuviera viviendo en primera persona la Reconquista y la entrada a Jaén. Un minuto que fue visionado varias veces para poder asimilar lo oído en boca del Alcalde durante la Convención del Partido Popular, celebrada el pasado fin de semana. Desde entonces, desde ese minuto, tengo que confesar que a veces tengo sueños en los que veo al Alcalde y al PP blandiendo sus espadas con el objetivo de someter a España y a los españoles al adoctrinamiento único y verdadero, el de la derecha de siempre, la que no tiene complejos para mostrar y demostrar al mundo su ideario contra lo público, su ideología más rancia y trasnochada de otro siglo. Hasta 1248 se remontó el Alcalde en la añoranza de otros tiempos. Sí, ya sé que de aquellos más de 30.000 votos del Jaén rendido a Fernández de Moya, en el día de la Reconquista quedaron apenas 13.000; sí, pero él fue el visionario que vio el jugo que había en VOX; apenas un par de sueldos y buen rollito, porque qué importa lo del machismo y la radicalidad extrema ante el sosiego que te da no tener que hablar con la izquierda, o mejor aún, poder gobernar Andalucia con el peor resultado histórico de tu partido. Y en su “minuto de gloria”, le sobraron segundos para hablar de su “mejor gestión”; y ante la sorpresa y estupefacción de quienes alucinaron con el vídeo (que ya no puede uno ni lucirse en sus Congresos ante quienes no saben de tus andanzas, con esto de las redes sociales), no dudó en proclamar “la defensa del patrimonio”. Pero la realidad es más dura y cruel que un minuto en un escenario en el que te aplauden y en el que te vienes arriba “alucinando” por la oportunidad de dirigirte a tu jefe de filas, y es que Jaén y su Centro Histórico, el raudal de la Magdalena o los Baños del Naranjo, han sido maltratados por el Equipo de Gobierno del PP durante años. Del expediente de la Catedral para la UNESCO no se sabe nada, mientras el hermoso adoquín del casco antiguo desaparece a base del impersonal hormigón impreso. La conclusión es que, cuando no puedes rellenar con tu gestión ni un “minuto de gloria”, no has debido de hacer las cosas bien; eso sí, siempre nos quedará la Reconquista o Cataluña, que da mucho juego.
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