En una calle sin ventanas

Se buscan culpables

La convivencia democrática está herida, desde el mismo momento en que se han articulado los diferentes mensajes contrapuestos, y dispuestos a imponer...

Publicado: 09/01/2019 ·
23:31
· Actualizado: 09/01/2019 · 23:31
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Autor

Luis Morales Quesada

Luis Morales Quesada, autor de este blog, es experto en Gestión y Conservación del Patrimonio

En una calle sin ventanas

Una reflexión sobre la importancia de conservar y poner el valor el conjunto histórico de Jaén y muchas cosas más…

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La convivencia democrática está herida, desde el mismo momento en que se han articulado los diferentes mensajes contrapuestos, y dispuestos a imponer un pensamiento a cualquier minoría que se cuide de no gritar más alto. La ruptura de todo consenso nos conduce irremediablemente a la política de oídos sordos y al reduccionismo simplificador de hacer de cortos titulares grandes y profundas reflexiones, tan sacadas de contexto como interesadas a la vez. Desde aquellos que decidieron, iluminados por la atea grandeza de la intolerancia, repartir carnets de demócratas, reintroduciendo la acusación de fascista a todo aquel que criticase el disparate de criminalizar el consenso. Hasta la novedad confesional de un vividor de lo público desde que se compró sus primeros castellanos, acompañado de un mensaje que ha hecho de recordar un imperio sin armada su aportación al pensamiento contemporáneo español. El PSOE ha caído hace tiempo en la trampa y paga sus errores con un presidente inconveniente al que solo las encuestas de Tezanos salvan en los telediarios una vez al mes. El baño de realismo llegará en mayo con la imagen andaluza de unas urnas a las que le faltan votos. El PP por su lado cosecha aplausos de exvotantes cada vez que dedica un guiño al Cid Campeador, sin aún entender que ni uno de los agradecidos caballeros en armas volverán a votarlo mientras sigan en esto de la Reconquista. Que para tomar Granada votan a Babieca antes que volver. La democracia liberal basa en gran medida su éxito en la libertad y la convivencia como valores supremos y basados en el respeto y la tolerancia hacia las actitudes que no compartimos. Pero muy posiblemente el error ya sea en cierta medida irremediable tras años educando a la sociedad contra fundamentalismos en vez de haberlo hecho en valores en positivo e inclusivos. El populismo y la solución fácil a todos los problemas han venido para quedarse, se hacen fuertes con cada mal gesto e impostura. Cada vez que se cede terreno en vez de discutirlos. Con cada Frente Popular; con cada blanqueo del anticonstitucionalismo separatista, o cada oscura intención de dividir España en dos bloques enfrentados. Cada vez que se habla de cuatrocientos mil fascistas andaluces o cuando se pide la alegre expulsión de 52 mil inmigrantes. Xenofobias y odios que sobran en nuestras instituciones. Pero buscan culpables, y es más fácil inventarlos que encontrarnos entre ellos.

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