Es muy pronto para un análisis profundo de lo ocurrido en el pasado domingo día 2. No obstante el palo ha sido tan grande, las heridas tan profundas, que procede ya, sobre la marcha, aplicar una cura de urgencia, en un hospital de campaña, luego vendrán las medidas definitivas. Y es que hay que operar, cortar, o el paciente muere.
Y antes de aplicar cualquier tratamiento, intentemos diagnosticar el problema, y para ello que mejor que usar el método que conocemos desde el principio: La crítica y la autocrítica. Método que nos dimos los partidos de izquierdas para descubrir y superar los errores y las insuficiencias .La crítica debe ser efectuada en libertad y con participación de toda la sociedad, pues los ejercicios de autocrítica en mesa de camilla están llamados al fracaso.
Apuntaré algunos, que no todos, los aspectos que nos llevaron a los resultados del día 2: Incompresiblemente se erró disolviendo el parlamento varios meses antes sobre la fecha prevista, adelantando las elecciones, y eso se hace para ganar no para lo que ocurrió. Un adelanto de espaldas al descontento que había en la calle, sin ver la desmovilización de parte de los votantes de izquierdas, desencantados con el endémico paro, con la nefasta gestión de la sanidad criticada por las mareas, los incumplimientos en dotaciones e infraestructuras, o el proceso de los ERES…
Un desprecio hacia quien honestamente discrepábamos por esta forma de hacer política. La configuración de equipos con perfiles basados en fidelidades inquebrantables y no en la mejor valía o en la capacidad crítica de poder ver más allá de la obediencia ciega.
El diseño de una campaña de perfil bajo, casi una No campaña, pensando que los abstencionistas eran de derechas, pues fue que no.
Claro que me dirán que la irrupción de VOX, de la extrema derecha, es un proceso europeo o de componente nacional y sabiendo que es verdad, pero aquí hemos contribuido a darle publicidad gratuita, en los debates no participó VOX y sin embargo estuvo en la boca de todos, que mal lo hicimos.
Sin olvidar a nuestra derecha, camaleónica, que después de combatir al Frente Popular, se adueñaron del término popular. Después de encarcelar demócratas, se llamaron demócratas y cuando tenían demonizados a los liberales desde las Cortes de Cádiz pues también se hicieron liberales, además de constitucionalistas, europeos y lo que haga falta. Todo para envolver y confundir su verdadero discurso insolidario, xenófobo, homófono, misógino, clasista, nacionalista... “ya no visten correajes sobre viejas camisas, ahora lucen trajes de Armani y tienen master en universidades americanas”.
¿Hay vida después de esto? , claro que la hay. La izquierda mantiene sus posibilidades, pues mientras haya injusticias y desigualdades se precisará un proyecto de transformación de la sociedad. Pero para eso si habrá que contar con la militancia honesta y sin intereses personales. Salud .
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