Minutos antes de escribir esta columna, acabo de pasar esos momentos de vergüenza que podríamos evitarnos si algún día la clase política tuviera a bien entender que Jaén no es un granero de votos al que acudir de cuatro en cuatro años. Por mi trabajo, estoy más que harto, no por no escuchar, sino por lo que encierra de realidad, que llegar a Jaén es poco menos que una odisea. La experienca de hoy me viene de un equipo de periodistas que se ha venido hasta Jaén para clamar ante España entera que qué le pasa a Jaén que lleva con un tranvía parado casi una década, un parque acuático destrozado y lleno de alcaparras, un museo íbero abierto con una sola sala porque nadie se acordó de hacerle el proyecto museográfico, o un parking en el hípico sin abrir por la coz de la inoperancia política. Estas personas, que viven en Madrid, se han tenido que pensar mucho cómo llegar hasta Jaén, que es nada más y nada menos que capital. Al final han venido por AVE a la ciudad principal de Córdoba, porque Jaén ha quedado como sucursal de esa ciudad, y de Granada. El asombro ha sido brutal cuando en Córdoba han alquilado un coche y, al adentrarse a nuestro Jaén, que insisto es una capital, se han visto por esas curvas infames de la carretera de El Carpio. Y cuando han llegado a Jaén me lo han contado, a mí y a otros que esperábamos sus cámaras para que España entera visualice lo mal que se trata a esta tierra. Para ellos es difícil entender que Córdoba y Jaén, o vicerversa, no estén comunicadas por autovía. Y no estamos en la época de las carretas, ni de los coches de caballos. Lo del AVE fue la decisión que tomaron cuando vieron que un tren de Madrid a Jaén tarda casi 5 horas, algo que ninguna mente acierta a entender. Con todo ello, han venido a Jaén, porque el trabajo así se lo requería y porque algunos seguimos clamando que Jaén existe, que Jaén Merece Más, y que esto hay que contarlo. A pesar de que otros sigan diciendo que no es bueno externalizarlo porque, según ellos, crea mala prensa. Otros pensamos que la mala prensa la generan sus malas artes y que nos debemos a pedir que se revierta la situación. E insistimos en que a Jaén no nos hacen caso, que nos quitan trenes, no nos dan AVE, ni talgos ni nada. De las autovías, me duele la boca de suplicar a la Junta que le dé caña a la A306 y a la A316 (que no ha de acabar en Martos sino en Estepa, para hacernos paso entre Andalucía occidental y el Levante en conexión con la A32). Y es que el Gobierno lleva también estafándonos con la A32 y con la A81 décadas. Yo siempre digo que en Jaén los colores políticos apenas importan ya porque, hasta la fecha, nadie ha demostrado nada por Jaén. Y, cuando recibes a alguien de fuera, siempre nos dicen que qué está pasando con Jaén. Y avergüenza.
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