Es posible ser amigo de 5.000 personas? Evidentemente no. La denominación como amigo a los contactos de los usuarios de Facebook, ha sido una perversión al verdadero sentido de la palabra amistad. Hay estudios antropológicos, y me ahorro las citas y los entrecomillados, no soy candidato a nada, donde establecen que el círculo real de amigos no llega a los 150. Nuestro coco de homínidos no da para más, quizás relacionado con el número de componentes de la aldea o clan ancestral. Los dividen atendiendo a la importancia de la amistad. Así una franja más superficial, tipo colegas, donde estarían la mayoría de ellos. Seguidos de los amigos cercanos que no superarían los 50. En la siguiente capa para los muy próximos reduciéndose a no más de 15, y para terminar nos bastarían los dedos de una mano para contar a los que buscarías en el caso de máxima necesidad, hasta 5. Así que no llamemos amigos a los centenares o miles de contactos que contabilizamos en las redes sociales, pues introduciríamos un factor inflacionista en algo tan importante como es la amistad. Partiendo de que nuestros amigos en las redes no son tales, pues solo somos contactos con ciertas afinidades, es más fácil de comprender algunos comportamientos. Cuando recibimos o damos “Me Gusta”, la mayoría lo hacemos en base a la coincidencia de criterio. Ahí entran todo tipo de publicaciones, desde las más sesudas a las más banales, desde el discurso social a la vida privada tipo gran hermano, cabe todo. Las empresas, las élites y los políticos utilizan Facebook como herramienta de comunicación y venta, nos precisan a todos, cuantos más, mejor para ellos. La multinacional con sus algoritmos ya se encarga de clasificarnos y empaquetarnos como producto final para la venta. Cuando el que escribe a su vez ocupa un puesto relevante en alguna organización, pues le acompañan al Facebook también su parte proporcional de pelotas. En estos casos lo efímero o permanente de las lisonjas físicas o “Me gusta” virtuales, están ligados más que a la genialidad de lo publicado a lo fugaz o permanente del cargo. Ahí no hay análisis crítico, solo peloteo que desaparece o se perpetúa con el cargo. Mención especial a los que retiran sus “Me gusta” cuando el receptor cae en desgracia o es señalado por la organización como alguien incómodo. No dejan de hacerlo por disconformidad con el discurso, sino como muestra de sometimiento al poder establecido, ¡no se vayan a molestar!. No es de forma gratuita, esperan ser gratificados por ello, pero no hay para todos, pues en eso de dar candonga también hay inflación.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es
