Hoy 25 de julio bien podíamos decir aquello de ¡Santiago y cierra, España! (ojo con la coma), voz que nace en la Reconquista, concretamente en la batalla de las Navas de Tolosa. Santiago, patrón de España. Cierra, voz castrense mediante la cual se ordenaba cerrar el cuadro de las formaciones de infantería y de las brigadas de caballería buscando acometer al enemigo, acortar distancias con él y trabar combate. Y España como invocación a la Patria por la que se va a luchar. Y bien podría reflejar lo acaecido en la batalla de partido en el Congreso del PP celebrado el fin de semana pasado, en el que una vez más se han reconquistado los principios, los valores y las ideas. Pablo Casado es el cambio generacional, es la renovación, es la ilusión. Una nueva generación con un proyecto que retome la iniciativa política en España, y no una versión corregida del marianismo. Desde esta columna de opinión, y como militante, ya hacía una apuesta inequívoca en esta dirección, y apuntaba que mi partido necesita dejar de ser una estructura de poder sin alma para volver a su naturaleza de hogar del centro-derecha español, y recuperar así los valores que nos han caracterizado siempre, como la unidad de España, la defensa de la vida y de la familia, la lucha contra el terrorismo, la cercanía a las víctimas de éste y el liberalismo económico, sin complejos de ningún tipo. Esto es importante en un momento de catarsis partidista, donde los afiliados sienten orfandad y necesitan guía, argumentación e identidad. El PP debe recuperar su ideología, y hacer política, no sólo gestión, y ese precisamente ese mensaje ha sido uno de los pilares de su éxito, al que han contribuido con su apoyo decidido e inequívoco tanto nuestro alcalde Javier Márquez que desde el principio, y un poco en contracorriente, apoyó públicamente a Pablo Casado, como nuestro presidente provincial, Juan Diego Requena, que a pesar de mantener una exquisita neutralidad, motivada por su cargo, ha estado en permanente contacto y trabajando desde el minuto cero codo con codo con Teo, Isabel, Maroto y el propio Pablo. Él mejor que nadie, conoce las reglas del Congreso y que esa exigua diferencia de votos en la primera vuelta entre los dos candidatos podría cambiar en la segunda; todos recordamos que eso ocurrió en Jaén y ahora ha vuelto a ocurrir en Madrid. Son las reglas de juego, que están escritas para todos los afiliados. Ahora a nadie se le ocurre poner en duda ni la legalidad ni la legitimidad en la elección de Pablo Casado, por los compromisarios.
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