En román paladino

Democracia bananera

El verdadero presidente está en Berlín

Publicado: 18/05/2018 ·
16:56
· Actualizado: 18/05/2018 · 16:56
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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En Estados Unidos el presidente Barack Obama repitió su juramento a la Constitución americana porque cambió el orden de una sola palabra, “fielmente”. La decisión de repetir el juramento de Obama fue tomada después  de que  expertos constitucionalistas expresaran dudas sobre la legitimidad de la ceremonia celebrada ante dos millones de personas en el Capitolio. Lo hizo luego en privado con la formula correcta: “Juro solemnemente que ejerceré fielmente el cargo de Presidente de Estados Unidos, y hasta el límite de mi capacidad, preservar, proteger y defender la Constitución de los Estados Unidos".

Aquí hay precedentes.  Para perfeccionar su condición de diputados los diputados vascos Ignacio Esnaola Etcheverry y  Pedro Solabama Bilbao de Herri Batasuna se negaban a jurar o prometer la Constitución, porque significaba una agresión a su ideología. Al pasar tres sesiones plenarias, y no hacerlo,  los diputados vascos empezaron a no percibir su sueldo de diputados y demás prerrogativas parlamentarias. El Tribunal Constitucional no les dio amparo a los diputados que querían obviar el acatamiento constitucional. Más tarde se puso de moda,  que se extendió  por otras zonas de España, por los que se consideraban ideológicamente más  radicales,  el  hacerlo “por imperativo legal”. Así se perciben tranquilamente los emolumentos y quedan bien de cara a la galería. Todo muy guay, (según la Real Academia: Muy bueno, estupendo).

La mascarada del día estuvo ayer en la Generalitat de Cataluña. El nuevo presidente  Joaquín Torra, “Quim”,  escucha el Real Decreto firmado por Mariano Rajoy y rubricado por el Rey Felipe, expresando que lo nombran de acuerdo con la Constitución y el Estatuto de Autonomía de Cataluña. La medalla de presidente se quedó en la mesa porque el nuevo considera que el verdadero presidente está en Berlín, el huido Puigdemont. La fórmula de Puigdemont y de Quim Torra lo hacen “con fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña, representado por el Parlamento”. La ley –orgánica, por cierto, de régimen electoral general- obliga a que se haga  otra cosa: “En el momento de tomar posesión y para adquirir la plena condición de sus cargos, los candidatos electos deben jurar o prometer acatamiento a la Constitución”.

La diferencia de una democracia normalizada y una bananera es que en la primera el imperio de la ley no se discute y en la segunda el jefecillo de turno la aplica, o no,  a su gusto.

 

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