Muchas veces tenemos la sensación de que las plazas, los espacios públicos, ocupados de un tiempo a esta parte única y exclusivamente por las terrazas de los establecimientos hosteleros llevan tal y como los conocemos ahora toda la vida, y nada más lejos de la realidad. El caso de la plaza de El Pósito se remonta tan solo a 1968, año en el que el franquismo acometió su última remodelación. Ayer, el alcalde, Javier Márquez, ante el anuncio de la Delegación de Cultura, a través de Radio Jaén-SER, de que no había aprobado el proyecto de reforma, anunció que no se haría y que esos algo más de 200.000 euros irían para otro espacio de la capital. Asunto zanjado. Jaén se queda sin obra y sin pelea política. Sin embargo, cualquier hijo de vecino que levante su cabeza de las redes sociales y se dé un paseo por la zona, incluida la plaza Deán Mazas, comprenderá que necesita una adecuación, porque como muchos gritaban hace unos meses, peatonalizar no solo consiste en quitar coches de la circulación y el fin social de las plazas no solo puede ser la hostelería, algo que, por otra parte, es competencia municipal. Hay muchos muros cicateros en esta ciudad difíciles de derribar, pero siempre, en el término medio encontraremos la virtud, y a veces, un rodeo puede devolvernos al mismo sitio, al Jaén que ya florece lentamente.
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