Después de una larga secuencia de noviembres que recordaban a la canción del mismo nombre escrita por Tom Waits en 1993, tristes, “sin sombra, ninguna estrella, sin luna”, después de muchos otoños en blanco y negro, sin apenas ocres, este mes de noviembre se antoja sorprendentemente inusual. La antesala de la Navidad traerá a la capital un sueño largamente perseguido, el de una ciudad más amable, peatonal, que recupera espacios para los vecinos, para la cultura, y aleja el tráfico de un conjunto histórico que da sus primeros pasos. Vendrán también las primeras labores para un nuevo centro comercial, que a pesar de los mensajes agoreros de muchos, será beneficioso para Jaén, como lo es para otras capitales. Trae noviembre también la primera victoria contra la tiranía de ‘Castillo’, la primera batalla ganada contra la concesionaria que está obligada a entrar de una vez en el siglo XXI. Y seguirá diciembre, que amanecerá con el añorado Museo Ibero y su apertura, apenas pasado el puente de la Constitución. Y el nuevo año dejará el vaivén del tranvía circulando por las calles de la ciudad. Tal vez sea en noviembre, dentro de doce meses, tal vez antes, pero ahora, ya, en este noviembre, algo se mueve al fin en Jaén.
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