Francisco Javier Márquez dice que ser alcalde de Jaén es lo más bonito que puede tener una persona, aunque admite su frustración porque la situación de quiebra económica municipal le impide atender las necesidades vecinales. Márquez compara su llegada a la Alcaldía de Jaén, de la que ahora se cumplen 10 meses, con la elección del papa Fabián, un laico que allá por al año 236 fue elevado al cargo tras posarse sobre él una paloma, lo que entonces se interpretó como una señal del Espíritu Santo. “Yo tengo la ilusión de una persona que no vive de la política”, asegura Márquez en esta entrevista donde arremete duramente contra la oposición municipal por la pinza que, dice, mantiene bloqueado el Consistorio. Y les invita a ser valientes y presentarles una moción de censura.
Arranca un nuevo curso político con un Ayuntamiento sumido en una profunda crisis económica. ¿Cuál es la situación real? ¿Hay motivos para el optimismo a corto plazo?
–Claro que la situación económica del Ayuntamiento es mala, pero lo peor es la situación política. Tengo una buena relación con todas las instituciones, pero el problema está en el Ayuntamiento donde existe una pinza entre los tres grupos de la oposición (PSOE, Jaén en Común y los concejales no adscritos) donde el perjudicado es el ciudadano, como quedó demostrado en el pleno de agosto. Existe un bloqueo económico, y eso sí es un problema. Creo que hace falta altura de miras ante esta situación. El Estado no va a venir a rescatar a la ciudad de Jaén ni se va a quedar con la deuda del Ayuntamiento.
Por tanto, ¿pedir una quita al Gobierno de la nación no es la solución?
–Plantearemos esa propuesta, pero realmente creo que no es la solución. Primero porque el Ayuntamiento tiene un déficit estructural de unos 30 millones de euros anuales, y al año siguiente tendríamos más deuda. Y, en segundo lugar, porque no se puede generar una deuda para que vengan otros de fuera a pagártela. Supongo que se quejarían el resto de ayuntamientos. La solución debe venir por negociar con el Estado un plan global con ayuntamientos en una situación parecida. Lo máximo a lo que puede llegar el Estado sería disolver el Ayuntamiento si el déficit pone en riesgo las obligaciones de la Corporación local.
¿Estamos, pues, en manos del Estado?
–En cuanto al arreglo global de la situación estamos en manos del Estado y de la comunidad autónoma, pero el día a día depende de nosotros y está en nuestras manos. Es cierto que la falta de Gobierno central nos está afectando, pero lo que más daño nos está haciendo es la actitud de la oposición en los Plenos.
En febrero se le criticó mucho la subida de sueldo a los tres concejales no adscritos (entonces de Ciudadanos) y se dijo que era un pacto encubierto buscando la mayoría en el Pleno. Luego esos ediles se han rebelado contra usted y últimamente están presionando para entrar en el equipo de gobierno. ¿Se arrepiente de aquélla decisión?
–En este caso concreto, sí que me arrepiento. Hay que recordar que esos ediles iban a apoyar al candidato socialista en el pleno de investidura, y al final cambiaron de opinión a instancia de su partido. Ellos forman ahora una pinza con el PSOE y está claro que no se dan las circunstancias para meterlos en el equipo de gobierno, estamos en las antípodas con ellos. A mí no se me escapa que la entente cordial con el PSOE empezó cuando empezaron a pedir expedientes de posibles responsabilidades contra los socialistas, desde entonces dejaron de llamarlos tránsfugas por ediles no adscritos.
En este escenario, ¿tiene el temor a una moción de censura?
–Yo creo que sería lo correcto y lo coherente. Si realmente ellos tienen esa preocupación por la ciudad lo que deben de hacer es presentar una moción de censura, eso sería lo coherente. Lo que no se puede es mantener una situación de cuanto peor mejor, donde no se sirven a los intereses de los ciudadanos y sí a los intereses de los partidos políticos. Si tenemos que estar atrapados a la dictadura de los partidos, apaga y vámonos.
Tras tumbar la oposición en el pleno de agosto la adhesión a un nuevo fondo de ayuda del Gobierno central hubo miembros de su gobierno que sugirieron posibles responsabilidades de la oposición.
–Lo que ocurre es que si no se pagan sentencias judiciales firmes, los jueces van a preguntar y nosotros mostraremos el acta de los Plenos. Responsabilidades penales no creo que haya, pero sí se podrían abrir diligencias por posibles responsabilidades patrimoniales de los ediles que votaron en contra.
¿Hasta cuándo se puede garantizar el pago de las nóminas?
–Depende de si nos llegan más sentencias judiciales a pagar. En todo caso, es una situación donde no me gusta crear incertidumbre económica porque hay que tener en cuenta que los empleados públicos son uno de los principales sectores que mueven la economía de la ciudad.
Donde sí que parece que hay consenso entre todos los grupos políticos municipales es en no tocar la plantilla municipal.
–Las medidas traumáticas contra el empleo que se han tomado en otros ayuntamientos han fracasado, como ocurrió con el ERE de Jerez de la Frontera, que la Justicia tumbó más tarde. Y también hay que tener en cuenta el impacto que tendría en la economía de la ciudad un ajuste laboral severo. Yo creo que la elevada deuda municipal (que se duplicó durante el mandato de Carmen Peñalver hasta los 550 millones) no es un problema de los empleados públicos y, por tanto, no se les puede culpar a ellos.
Su llegada a la Alcaldía abrió un nuevo clima de colaboración con el resto de instituciones, y la visita de Susana Díaz generó muchas expectativas. Pero, meses después, ¿se siente decepcionado con la Junta de Andalucía?
–No tengo una mala relación con la Junta y tampoco estoy decepcionado. No quiero ser autocomplaciente, pero estoy razonablemente satisfecho de mi gestión en estos 10 meses. Y una de las cosas de las que estoy satisfecho ha sido abrir las puertas con la Junta de Andalucía. En los últimos meses, además de la aprobación del PGOU, se han desbloqueado temas como el Museo Ibero o el instituto del APA III. Y entiendo que los recortes económicos dificulten la construcción de un pabellón deportivo, aunque yo voy a seguir pidiéndolo. Es cierto en todo caso que en el aspecto económico no estamos teniendo ayuda.
Ya tenemos PGOU pero los empresarios dicen que apenas se nota.
–Son los empresarios los que tienen que hacer las inversiones, las administraciones estamos para favorecer las condiciones para ello. Hay que tener en cuenta que el PGOU se publicó en marzo y ahora estamos con los levantamientos de las suspensiones de los diferentes sectores urbanísticos. Por ejemplo, nos comprometimos con los vecinos a resolver la situación en suelos no urbanizables a suelo urbano consolidado (Bermejales, La Manseguilla, etc) y eso ya está en manos de la Junta antes de pasarlo por Pleno.
¿Cuándo se van a ver las máquinas trabajando en el centro comercial Jaén Plaza, el proyecto que parece que es su niña bonita?
–Es cierto que la Junta de Andalucía ya aprobó el levantamiento de la suspensión urbanística, aunque creo que aún no se ha publicado en el BOJA. A partir de ahí, Alvores debe abordar la junta de compensación y el proyecto de reparcelación y urbanización, y eso creo que aún se llevará unos meses. Sí es niña bonita es por la capacidad de atracción que el proyecto tendrá de personas de fuera de la ciudad y su impacto económico.
¿Le preocupa que el recurso planteado por los promotores del otro centro comercial (Santo Reino) y por Jaén en Común pueda frenar el Jaén Plaza?
–No creo que se paralice. Aquí no se ha privilegiado a nadie, sino que las empresas son libres de ubicarse donde quieran y de irse donde consideren que hay más solvencia. Si alguien intenta perjudicar a Alvores que no crea que las empresas se van a ir al otro lado. A Decathlon, por ejemplo, se le ofrecieron las dos alternativas y eligió el centro de Alvores por su ubicación. Las decisiones son de las empresas.
¿Se pondrá en marcha el tranvía?
–La comisión de seguimiento entre la Junta y el Ayuntamiento ha trabajado muy bien y de forma discreta. Ya se están redactando las conclusiones del informe de viabilidad, donde se plantea la reducción de vagones. El problema es el bloqueo político y económico en el Ayuntamiento. Mientras no contemos con unos Presupuestos municipales no podrá haber una consignación para el tranvía, como ya se había previsto en el último borrador de Presupuestos que se paró.
Toca negociar para los Presupuestos de 2017. Ya no los puede aprobar el PP en solitario en la junta de gobierno.
–Sí, toca negociar, pero para eso hace falta que el PSOE se ponga de acuerdo entre ellos. Por ejemplo, en el tema del contrato con la basura primero abogaban por la municipalización del servicio, y ahora defienden que lo asuma la Diputación. Tenemos que tener las cosas claras.
¿Ve factible la opción de la Diputación para el vertedero y la limpieza viaria?
–Puede ser factible, nos han dicho que puede ser mucho más barato. Si nos sale más barato es una opción para tener en cuenta. No hay ninguna atadura con FCC, no vamos en contra ni a favor de nadie, solo buscaremos la opción más buena para el Ayuntamiento.
Este verano ha habido un rebrote de incendios en solares abandonados. ¿Ha fallado el mantenimiento urbano, como denuncian las asociaciones de vecinos?
–Ha habido incendios porque hay pirómanos. No se puede culpar al Ayuntamiento del mantenimiento de solares, la mayoría privados. Además, Mantenimiento Urbano ha estado limpiando previamente esos solares en el mes de junio. Hay que tener un poco más de respeto.
A pesar de la situación de quiebra económica del Ayuntamiento, en las Elecciones de junio el PP aumentó sus resultados electorales en 2.000 votos en la ciudad y aumentó su brecha con respecto al PSOE. ¿Qué lectura hace?
–Creo que en esas Elecciones se ha votado en clave nacional. Pero a nivel de Jaén sí es cierto que muchas personas (muchas de ellos de izquierdas) me han dado ánimos para seguir. Yo he querido abrir el Ayuntamiento a todos los vecinos y a todas las instituciones, y, sin querer ser autocomplaciente, creo que existe un cambio en muchas vertientes.
¿Se ve como candidato en 2019?
–Queda mucho. Es un cargo precioso, pero que muchas veces se torna en pesadillas. n
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