Llegó la hora de una nueva Expoliva en la capital y su inauguración, que contó con la asistencia de la presidenta en funciones de la Junta, Susana Díaz, y del delegado del Gobierno de España en Andalucía, Antonio Sanz, no defraudó. La expectación era máxima y hay que reconocer el gesto de Díaz Pacheco, no sólo por la complicada situación que atraviesa tras la primera negativa a su investidura, sino por el estado en el que se encuentra, algo que, sin duda, habrían tenido que tener en cuenta sus asesores a la hora de atender a los medios (ofrecer una rueda de prensa era lo más aconsejable), que tampoco anduvimos demasiado corteses. Salvada la inauguración, la mayor feria del mundo sobre el sector del aceite de oliva arrancó con fuerza, con las ya habituales grandes empresas, que mostraron todo su músculo con mayor fuerza que en la pasada edición. Sin embargo, duele aún ver cómo las industrias afines siguen teniendo pasaporte extranjero tras décadas en las que esta tierra ha sido incapaz de articular una industria fructífera alrededor del cultivo del olivar, del que Jaén es la primera productora mundial. No está mal derribar viejos tabúes como la venta a granel de aceite, que es una gran oportunidad de negocio, la mayor si cabe, pero tampoco estaría mal que esta tierra mirase a la industria sin complejos.
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