Una vez más debemos conformarnos con que pinten la A-44 de amarillo para advertir del peligro en lugar de arreglarla
Aveces causa más indignación la negación del evidente maltrato de la administración hacia Jaén, en este caso de la central, que el propio hecho en sí. Y mucho más que los políticos de aquí, los que sufren esta ciudad y esta provincia, defiendan a quienes ejecutan su indiferencia desde la Corte y aplaudan y voten su desprecio, tapando así su servilismo remunerado y agradecido. El camino de socavones que llaman A-44 a su paso por Jaén importa tanto, que en lugar de arreglar y destinar una partida decente de una vez, el Gobierno de España ha decidido disminuir la velocidad a la que se puede circular por los tramos más peligrosos y pintar de amarillo las líneas para que a nadie le coja por sorpresa un bache. Aquí la seguridad importa poco, como se puede comprobar. Y mucho menos a quienes representan al Gobierno en esta provincia, sean cargos designados o electos. Seguro que les duele su tierra, no nos cabe la menor duda, pero ¡ay que ver cómo lo disimulan! Una vez más, Jaén deberá conformarse con que adviertan a los viajeros que están aquí, en esta provincia pintada de amarillo de Norte a Sur. Ya solo nos queda que pongan un cartel en la entrada a Jaén que rece: “Disculpe las molestias, pronto llegará a Granada”. O Córdoba. O Albacete si hay alguien que sea capaz de ir por la A-32.