Algo sabemos en este país de represión, de falta de libertad de expresión y de terrorismo. Y no deberíamos olvidarlo nunca. Sobre todo los medios de comunicación. La matanza en el semanario francés ‘Charlie Hebdo’ por dos terroristas fundamentalistas islámicos, que según apuntaba ayer ‘Le Monde’ dijeron haber vengado la ofensa al profeta Mahoma ha convertido a toda Europa en ‘Charlie’, pero han sido muchos ‘charlies’ los que han caído en países como Irak y lo seguirán haciendo por el fanatismo religioso sin que prestáramos atención desde occidente. Es difícil luchar contra quienes como libro de cabecera solo tendrán durante toda su vida el Corán o la Biblia. Y mucho más que comprendan que sus páginas no son más que la adaptación literaria al servicio del poder absoluto de siglos de tradiciones paganas. El fundamentalismo (no el islamismo) se ha cobrado una víctima más. Ha matado la risa, el sarcasmo, la ironía, la crítica, que son las mayores virtudes de una democracia. En plena dictadura franquista la revista satírica española ‘La Codorniz’ representó al hombre del tiempo delante de un mapa de España y decía: "Reina en España un fresco general procedente de Galicia y con tendencia a estabilizarse". En aquella ocasión la polisemia pasó la censura y nadie apretó el gatillo. Ahora sí. Por eso nunca debemos bajar la guardia contra la ignorancia sea en el país que sea. Seamos ‘Charlie’ siempre, aquí y allí.
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