Ajena. Excluida. Condenada. Así quedó ayer la provincia de Jaén cuando se conocieron los datos de la Encuesta de Población Activa del segundo trimestre del año, ya que mientras en España se generaba empleo por primera vez desde el año 2005, aquí, casi 19.000 jienenses volvían a hacer cola en las oficinas del antiguo INEM con la esperanza puesta nuevamente en una campaña de aceituna, la de la próxima temporada, que no prevé muchas contrataciones. Los males de la economía y del mercado laboral jienense quedaron de nuevo al descubierto alcanzando una tasa de paro cercana al 36 por ciento. Nada nuevo, nada que no estuvieran advirtiendo oposición, empresarios y sindicatos tras los buenos resultados de la primera EPA del año. Se acabó la aceituna y se acabó el tajo. Pero precisamente por no tratarse de ninguna novedad, es preciso, tal y como vienen reivindicando todos los sectores, que Jaén goce de una discriminación positiva que palie la difícil situación que atraviesan miles de familias, porque todas las campanas al vuelo que se echaron ayer con unos datos esperanzadores, aunque estacionales y ligados a contratos parciales y muy temporales, no repicaron en la provincia de Jaén, que continúa con el bronce amordazado por el paro. Si en España será necesaria otra década para acercarse a los niveles de actividad anteriores a la crisis, ¿cuántos años precisará esta provincia?
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