Ya lo conocemos. Lo dicen las asociaciones agrarias y no hay más que dar una vuelta por el campo y hablar con algún olivarero. La cosecha de la campaña que viene ni por asomo será como la de este año. No ha llovido, el árbol está castigado y algunas temperaturas muy altas a destiempo auguran que la cosecha será baja, tal vez no como la de hace dos años, pero sí mucho menor. Y un dato histórico: por primera vez Córdoba se acercará mucho a la producción de Jaén, algo nunca había pasado. “El mal ya está hecho”, afirman, y por mucho que llueva poco podrá enmendarse la plana. El problema es que todos conocemos qué significa eso para la provincia de Jaén y es ahora cuando hay que comenzar a poner remedio a un nuevo drama que se cierne sobre miles de hogares. No sólo hablamos de los productores, sino de una ingente mano de obra que depende de la recolección de la aceituna y de las ayudas que puedan recibir por las peonadas después. Familias enteras en el medio rural jienense y cada vez más en núcleos urbanos como la capital, donde la mano de obra que la construcción desechó hace un lustro, ha vuelto al campo. Es por tanto el momento de articular medidas, con previsión, que palíen la situación que se avecina. Luego vendrán las manifestaciones pidiendo que se bajen las peonadas. Ahora es cuando hay que comenzar a planificar. El resto solo serán otra vez reproches y más reproches.
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