Ayer responsables socialistas pusieron el grito en el cielo sobre la ruina municipal atacando al equipo de gobierno por las medidas de liquidez solicitadas al Gobierno de la nación, que en su opinión conlleva obligaciones que en la práctica representan una intervención del Ayuntamiento por parte del Ministerio de Hacienda. En efecto la situación es muy grave, y la oposición está en su derecho a denunciarla, faltaría más, pero ante este panorama tan desolador no es el mejor camino alegrarse de los fracasos ajenos por una razón elemental de solidaridad y de responsabilidad, porque el desastre actual lo ha heredado el equipo del PP de los anteriores gobiernos de todos los colores, por tanto todos son culpables y nadie se puede ni se debe ir de rositas de la situación en la que han puesto al Ayuntamiento, tampoco los que están ahora al frente de la institución municipal que en sus dos años han contribuido en su cuota parte a aumentar, porque parece que era posible hacerlo, el caos financiero en el que está sumido el Consistorio. En consecuencia lo sensato, porque otra opción no lleva a ninguna parte, es que el alcalde y su concejal de Hacienda tengan suerte en las gestiones que realizan y en los planes que sugieren a Montoro porque es la única manera de mantener las obligaciones y compromisos aunque sea en condiciones tan precarias como en muchos casos se realizan, y encima gracias porque han renunciado a medidas extremas. No se le deben pedir milagros porque tienen poco margen de maniobra; por coherencia y por lo mal que todos lo han hecho, deberían estar de acuerdo por lo menos en cómo salir de este laberinto.
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