Bien merecía el tiempo de Gloria de Jaén
un pregón como el que ha pronunciado este domingo Ramón Molina Navarrete. Prometía hace unos días no defraudar, y cumplió con su promesa. En pie ha puesto a los asistentes que han disfrutado de este
pregón celebrado en el teatro Darymelia de la ciudad, el cual ha abierto sus puertas a numerosos cofrades que se han emocionado escuchando las palabras de Molina Navarrete.
Quizás sea uno de los jiennenses con más pregones pronunciados (cerca de cien, decía hace unos días en el programa 'Luz de Pasión', de 7TV Jaén), pero siempre acude a este tipo de citas con cierto nerviosismo en el estómago. Ese hecho, posiblemente, sea uno de los síntomas previos al éxito, pues
Ramón Molina ha vuelto a plasmar, a la perfección, su amor por esta tierra y sus cofradías. Ya lo hizo hace unos años al pregonar la Semana Santa, y ahora repite
el desenlace de éxito rotundo al hablar del tiempo de Gloria.
Un pregón
pronunciado en su totalidad en verso, con la dificultad que conlleva. Así, ha regalado a cada una de las cofradías de Gloria
un canto de amor, devoción y sentimientos encontrados, mostrando a la perfección la realidad de cada una de las devociones del tiempo de Gloria jiennense.
No lo tenía fácil Ramón Molina Navarrete, ni mucho menos, con este pregón, ya que hay que recordar la
obra maestra que regaló el pasado año Joaquín Cruz Quintás. Este año fue el encargado de presentar a este ilustre cofrade de Jaén que suma a su currículum otra obra maestra en forma de pregón.
A cada una de las cofradías del tiempo de Gloria regaló un soneto y un mar de versos repletos de amor y devoción hacia sus sagrados titulares. Una a una fue desgranado sus
palabras emanadas del corazón, con suma delicadeza y pasión por cada una de las cofradías de Gloria de Jaén.
Desde el primer instante,
Ramón Molina Navarrete fue capaz de captar la atención del público que llenó el patio de butacas del Darymelia. Había un
ambiente de expectación monumental, por escuchar un pregón que será difícil de olvidar.
El pregonero sumo entremezclar esa devoción y sentimientos particulares hacia el Señor y su Bendita Madre. De hecho,
el pregón tuvo dos momentos álgidos, y fueron aquellos que dedicó al Santísimo Sacramento y a la Virgen del Carmen. A ellos se encomendó para poner remedio a su enfermedad. La fe fue la mejor medicina para la delicada salud de un pregonero que temió, incluso, por no pronunciar este domingo semejante obra de arte.
En pie puso García Navarrete a los cofrades de Jaén, y sin palabras dejó al presidente de la Agrupación de Cofradías, Francisco Sierra, y al alcalde de Jaén, Agustín González. Tras sendas intervenciones, el pregón del tiempo de Gloria fue cerrado con la interpretación del Himno a Jaén.