Las puertas de la parroquia de Cristo Rey se han abierto en una tarde de Martes Santo con la que Jaén ha decidido callar y sólo ver en la calle a la Hermandad de Penitencia y Cofradía de Nazarenos de Silencio del Santísimo Cristo de la Humildad y María Santísima Madre de Dios.
En el interior del templo se han vivido momentos de oración, preparatorios para realizar una manifestación pública de fe marcada por un desfile de hermanos de luz con túnica y caperuz sin capirote, que ha llenado de color marrón y de esparto el itinerario durante la procesión de penitencia.
La oración colectiva previa al voto de silencio se ha rezado junto al hermano con más antigüedad de la Cofradía y, encendidos sus farolillos, el crucificado ha salido de Cristo Rey guiado por los capataces Ramón Palomo, Borja García y Vicente Oya. Bajo el dintel, con la Cruz bajada para salvar una salida estrecha, recogida y muy bonita, el Santísimo Cristo de la Humildad ha iniciado su procesión ante la atenta mirada de numerosos jiennenses.
Envuelto en una cortina de humo, al paso de sus 30 costaleros, ha buscado el itinerario para llevar a la ciudad un Martes Santo diferente, puramente jiennense.
Los nazarenos, encadenados, ha sacado en procesión farolillos restaurados para realizar su penitencia.
Desde la calle San Carlos se ha formado el cortejo, en absoluto silencio, sólo roto por el roce de las cadenas y las llamadas con las varas para aligerar el paso de nazarenos y penitentes. Detrás de su hijo, María Santísima Madre de Dios, en un palio de color negro que ha vuelto a acaparar todas las miradas, después de un 2022 de primera vez en la calles. Ha estrenado una media luna realizada en cedro dorada y en la superficie se ven pinturas inspiradas en las del siglo XVII.
Desde Cristo Rey, la Cofradía celebra una lección catequética buscando su barrio y el callejero de la ciudad.
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