Es espectacular el poder de transformación que tiene algo tan simple como un gol. Ayer en el Matías Prats que algo tan simple como que un balón acabe entrando en una portería juega de manera caprichosa con el ánimo de cientos de personas e incluso con la valoración total que se hace de un encuentro.
Si no hubiese marcado Óscar Lozano, a falta de quince minutos para el final, ese gol desde la frontal del área, seguramente se haría un mayor hincapié en que el juego blanco volvió a ser muy distinto del que suele mostrar fuera de casa y que, por ocasiones, el Torredonjimeno seguramente mereció algo más del duelo.
Pero, aunque un gol pueda ser algo simple, en esto del fútbol es lo único que importa y ayer el gol estuvo del lado del Real Jaén. En cuanto a juego no se puede decir lo mismo. Ni sorianos ni capitalinos brindaron un gran espectáculo combinativo, aunque cabe destacar que no se guardaron ni un ápice de intensidad en los vestuarios.
Salieron mejor de los mismos los chicos de Chumilla, que dominaron sin mucho peligro los primeros compases. No tardó demasiado en apagarse ese inicio prometedor y el dominio pasó a ser del Torredonjimeno que el 29’ dio el primer susto obligando a Javi Sánchez a hacer una intervención de mérito. Migue Montes no tuvo piedad del que fuese su equipo y, junto a otro ex como es Vela, pusieron en más de un aprieto a un cuadro blanco que agradeció el descanso, más aún cuando el colegiado (que salió tarjetero y lo acabó pagando) le perdonó la segunda amarilla a Lara.
La segunda mitad empezó con el mismo ritmo simplón del primer tiempo, solo roto por una ocasión de Tello que con la testa estuvo a punto de abrir la lata. Todo apuntaba a nuevo ‘gatillazo’ blanco lejos de casa pues los de Chumilla no encontraban la fisura en el cuadro de Diego Delgado. Tuvo que aparecer la enorme calidad que atesora arriba el cuadro jienense para decirse el choque.
Óscar Lozano recortó hacia el interior y con su pierna buena la puso al palo largo haciendo lo que no habían conseguido hasta ese momento sus compañeros. Pese a que el Real Jaén sí que supo contemporizar y apenas pasó nada en el cuarto de hora que quedaba por jugarse después del gol. Tuvo el Torredonjimeno su oportunidad para empatar, después de que Manu se encontrase con un balón muerto, en la frontal del área.
Puede agradecer Chumilla que ese balón se marchase alto porque, como hemos hablado al principio, un gol lo cambia todo. No llegó en este caso pero sí que hubo que lamentar dos expulsiones en los últimos minutos. El árbitro, que ya había desquiciado a ambos conjuntos con una retahíla de amarillas que no correspondía a un partido que no tuvo excesiva dureza, sancionó con expulsión a Samu, guardameta local y enseñó la segunda amarilla Montiel. Todo fruto de una tangana en el área del Real Jaén que si bien terminó por rematar el encuentro, le cuesta cara a los blancos para la próxima jornada.
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