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Vuelve el Vapor

Nuevo imput de la gestión emocional de Beardo, esa gestión llevo hablando desde el comienzo de legislatura

Publicado: 29/05/2020 ·
11:58
· Actualizado: 29/05/2020 · 11:59
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Autor

José Antonio Vázquez

Periodista, analista político y especialista en comunicación institucional y corporativa. Secretario de la Asociación de la Prensa de Jerez

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Indivisa busca analizar la actualidad, fundamentalmente de El Puerto, desde la experiencia

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Recuerdo perfectamente la tarde en la que el Adriano III chocaba contra el muelle de Cádiz y se hundía. Una calurosa tarde de verano en la que la incredulidad fue la primera reacción para, poco a poco, ir asimilando una realidad que no es que nadie quisiera (obvio) sino que nadie nunca llegó a pensar que pudiera pasar. Desde entonces, mucho se ha dicho y mucho se ha escrito.

Quizá demasiado sin tener toda la información o sin querer asumir la realidad porque lo importante era darle leña al mono. No seré yo quien, a estas alturas, reescriba la historia del desierto que lleva años atravesando el Vaporcito ni seré yo quien, después de tanto tiempo, intente convencer de lo que pudo ser y no fue o de por qué la situación ha sido la que todos conocen.

El Adriano III, como su propio nombre indica, es de El Puerto. Sí, de El Puerto, pero nunca ha sido patrimonio material de los portuenses, sino de su único y exclusivo propietario. Anuncian ahora el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria un proyecto para que el Vaporcito, aquel al que muchos cantaron pero en el que pocos se subieron, aquel al que muchos añoraron pero del que pocos tienen una foto montado dentro, se convierta en el museo del Vaporcito.

Nuevo imput de la gestión emocional de Beardo, esa gestión de la que tanto llevo hablando desde el comienzo de la legislatura y que el actual alcalde ha entendido a la perfección: no solo hay que gobernar bien sino, sobre todo, gestionar para que el portuense recobre la ilusión y el orgullo de pertenencia a una ciudad que, con sólo amanecer, ya vale todos los kilates del mundo.

Ojalá no hayas más vaivenes en el camino del Adriano III y finalmente el proyecto se lleve a cabo sin más trabas, sin más engaños ni más sobresaltos. Al final los golpes de pecho de otros ni sirvieron para nada y han llegado otros a poner una salida.

Ahora solo queda esperar que el día que el museo del Vaporcito se abra, aquellos que tantos golpes de pecho se dieron para que se reflotara pero sin haber puesto nunca un céntimo comprando la entrada, aquellos que tanto han lamentado que otros, siempre otros, no hicieran nada por recuperar una propiedad privada, aquellos que, otrora, abanderaron las publicaciones en redes sociales contra todo, que todos ellos compren su entrada para entrar al nuevo Vaporcito. Quizá, una vez dentro, descubran que ni siquiera sabían cómo era porque nunca se subieron.

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