Asistimos a momentos especialmente delicados de la historia reciente de España. momentos que, no en cambio, sabíamos que iban a llegar y, aun así, duele ver cómo una sociedad puede responder de esta manera tan violenta e irracional al funcionamiento del Estado de Derecho.
Un Gobierno debe medir muy bien la respuesta que da para que las consecuencias de la respuesta no sean peores que la realidad a afrontar, pero emperador que tocaba el arpa mientras Roma ardía ya hubo uno.
España ya ha vivido en su historia reciente la declaración de un Estado de excepción con el que el PSOE de Rodríguez Zapatero solventó una huelga de controladores aéreos, militarizando todas las torres de control y poniendo al ejército al mando de la aviación española. Y ni los tanques tomaron las calles ni los militares se hicieron con el Gobierno ni pasó nada.
También hemos vivido recientemente que se aplica el artículo 155 de la Constitución y se detraen las competencias y facultades a una comunidad autónoma a favor del Estado y ni Cataluña ha dejado de tener Gobierno, ni se ha cerrado el Parlamento ni han perdido la autonomía ni las competencias.
Además de un caldo de cultivo regado con infinidad de millones desde los Pujol hasta nuestros días, el presidente Sánchez ha puesto a España a defenderse de estos ataques en la peor situación democrática posible: con un Gobierno en funciones, unas cortes disueltas, una campaña electoral y por poco sin ministro del Interior (en la picota tras su desacertado ir a cenar a un restaurante mientras literalmente ardían ciudades de Cataluña).
Y los independentistas, que tontos no han sido nunca, saben de la debilidad en la que el Estado ahora mismo se encuentra a pesar de las poderosas armas que tiene para defenderse.
Y precisamente por eso es imprescindible que Sánchez salga de su electoralista presencia televisiva en prime time y se ponga al frente de una situación que si bien ya le ha superado a él, confiemos no supere a España.
Porque la miseria humana que está demostrando el presidente Torra no debe permitirle un minuto más estar al frente de un Gobierno autonómico ni estar al frente de los Mossos ni de la política penitenciaria. Porque no debemos olvidar que ésta es la respuesta que el independentismo catalán está dando a la decisión de un juez de condenar a una serie de personas por haber cometido un delito; o varios.
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