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Educación concertada

Como en cada episodio electoral, vuelven al debate público las relaciones Estado-Iglesia y la educación concertada

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Como en cada episodio electoral, vuelven al debate público las relaciones Estado-Iglesia y la educación concertada. Parecen dos mantras que, cual Guadiana, aparecen y desaparecen de la escena mediática en función de los intereses de ciertos partidos políticos llegado el momento de hacer los programas electorales.

Pero miren, como en tantas cosas, lo que les falta a quienes proponen medidas como la eliminación (radical o progresiva) de la educación concertada, es coherencia y valor. Porque podría defender la escuela concertada por el valor sentimental que en mí despierta, pero no.

No lo haré porque lo sentimental, lo subjetivo solo argumenta lo que uno piensa pero no resiste gran debate con quien piensa distinto.

Igualmente creo que hay partidos de izquierda que van contra la educación concertada porque, en su inmensa mayoría, está gestionada por instituciones o congregaciones religiosas. De lo contrario, me temo que apenas si existiría este debate.

Pero es muy fácil. Si gobiernan, eliminen todo concierto. Claro está, busquen la escolarización de todos esos alumnos. Porque si existe concertada es porque no hay suficiente pública. O más bien, a lo público le ha venido muy bien la existencia de la concertada para ahorrarse unos cuartos y poder gastarlos en otras cositas.

Construyan las plazas escolares que faltan para poder eliminar la concertada, contraten a todo el profesorado y personal no docente, doten de medios esas aulas y no tienen que soportar por más tiempo el neftalinoso aroma a concierto religioso.

Ahora bien, expliquen a todas esas familias que eligen de forma mayoritaria como primera opción los centros concertados que están en su distrito que sus gobiernos van a provocar colegios de la misma calidad y compromiso que existe.

¿Acaso lo que les fastidia tanto es que las familias (de todo índole, raza, religión y posición social) todos los años elijan de forma descaradamente mayoritaria los colegios concertados que los públicos? ¿Acaso lo que les inquieta es que en el imaginario colectivo se perpetúe generación tras generación que es mejor la escuela concertada que la pública? ¿Han pensado por qué, escolarización tras escolarización, los padres abarrotan las listas de solicitudes para los centros concertados y siempre sobran plazas en los públicos?

Coherencia y valor. Todo lo demás, como de costumbre, demagogia antigua, barata y cutre de quienes se escudan en una falsa lucha por la que no están dispuestos a más que a ponerse un día tras una pancarta pero a no mover un solo dedo por convertir en realidad sus deseos.

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