Me gustaría llegar a entender a todas esas personas que dicen ‘no puedo’ sin ni siquiera haberlo intentado. Sin ni siquiera haber movido un dedo como para estar dándose por vencido. Pero es muy fácil rendirse antes de que comience el juego. Es lo más fácil, decir que no son capaces de hacerlo. ¿Dónde está tu límite? ¿Alguna vez te has planteado todo lo que eres capaz de hacer? Ahí esta el problema. En que muchas veces nos infravaloramos, nos creemos inferiores de lo que realmente somos y pensamos, que por haber fallado en alguna ocasión, volveremos a hacerlo en un futuro. La vida está hecha a prueba de errores. Aprendemos fallando. Aprendemos al levantarnos de cada caída, al darnos de bruces con la realidad. Aprendemos cada vez que caemos y tenemos que levantarnos para poder continuar. Por lo tanto, es importante que aprendamos a convivir con el error. Este siempre va a estar presente, aunque nos cueste mucho asimilarlo. Lo importante es que a pesar de que sea duro toparnos de frente con una derrota, sepamos resarcirnos y queramos volver a intentarlo con las mismas ganas. Sin miedo a fallar. Sin miedo a nada.
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