Dos semanas han sido suficientes para que afloren los verdaderos valores que cada persona y sociedad particular poseen. De todo lo malo o bueno que nos dejará esta crisis que estamos sufriendo, uno de los aspectos que podremos destacar en esta sociedad en la que vivimos son las verdaderas caras que tendremos que mirar tras el final de esta pandemia. Será difícil afrontar quién es quién y saber de qué pasta están forjadas aquellas personas que conocemos o creíamos conocer.
Nuestro mundo, o mejor dicho, la percepción del mundo en el que vivíamos, ya no será la misma, y todo lo ocurrido durante esta cuarentena nos servirá para endurecer nuestros mecanismos de defensas particulares y sociales, siendo más cautelosos a la hora de abrirnos ante los demás. No hablo sólo de personas concretas de nuestro propio bloque de vecinos, de gente de nuestro barrio, trabajo o del equipo de futbol con el que juego cada semana. Esta visión que estamos recibiendo marcará diferencias en todos los aspectos y sectores, desde aquellas carroñas que se aprovechan de las miserias que nos están asolando en estos días, hasta la supuesta Unión Europea, que ante las adversidades se quiebra sin ningún tipo de pudor.
Los momentos como los que estamos padeciendo son donde afloran las heroicidades, donde se pueden percibir a los verdaderos amigos, a los honrados vecinos y, sobre todo, a los verdaderos líderes de nuestro patético actual sistema de gobierno. De igual manera que me emocionan las buenas acciones constantes de los miles de voluntarios o profesionales que entregan sus vidas por paliar este virus, también me indignan las actitudes de quienes intentan sacar rédito políticos de cada una de las muertes que todos llevamos a nuestras espaldas. Aún nos quedan muchos días por delante, muchas situaciones por vivir y muchas máscaras que despejar en este nuevo panorama que se avecina y del que estoy convencido que saldremos más fortalecidos y con las ideas más claras.
El mundo ha sido tocado y casi herido, y que toda esta desagradable experiencia, de la que aún nos queda mucho por vivir, nos sirva como modelo de referencia para asumir y afrontar la vida de forma diferente. Mi más sincero respeto por todos aquellos a los que deseo mirar a los ojos y agradecerles todo lo que están haciendo, con mayor o menor acierto, pero con la convicción de que en estos momentos somos un todo. Resistiremos juntos, eso sí, con las ideas más claras.
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