Matrícula de deshonor

El que lo coja, para él

También soy de los que piensan que las redes sociales están para otros menesteres que para arreglar los problemas personales

Publicado: 24/02/2020 ·
12:26
· Actualizado: 24/02/2020 · 12:26
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Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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Hace tiempo que vengo observando en las redes sociales un estilo de crítica un tanto peculiar, en la que se puede leer la rabia e indignación de quienes las escriben, pero sin dar una visión clara de a qué o quién va dirigido. Da la sensación de que se apela a los viejos refraneros o dichos populares de antaño: “Se dice el pecado pero no el pecador”, y desde esta premisa u otras por el estilo, se lanzan mensajes como dagas certeras a diestro y siniestro con la clara convicción de “el que la coja para él”, así, sin más.

De esta manera tan poco acertada, desde mi punto de vista, claro está, siempre se tiene la opción de recular ante las posibles consecuencias, negando o cambiando el objetivo dependiendo de quienes pregunten o se defiendan del tan confuso mensaje. Particularmente, suelo ser de aquellos que prefieren un mensaje directo, sin tapujos y en el que no existan dudas al respecto, tanto en el contenido como a quién va dirigido, para así evitar malos entendidos. No soy partidario de esa valentía decreciente y efímera que nace con cierto temblor en los dedos y que a medida que van cayendo las respuestas va tornándose de diferente color. Así, cada interacción, sin realmente saber de quién o qué se está hablando, asume una supuesta opción que otros interpretan, identificando otras posibles opciones, y aquí señores, empieza la hecatombe.

También soy de los que piensan que las redes sociales están para otros menesteres que para arreglar los problemas personales con los amigos, enemigos, exparejas o compañeros de trabajo, y aunque cada cual las puede utilizar para lo que les venga en gana, particularmente me resulta pesado que asuntos que no me interesen acaben en mi espacio, ocupando un lugar que no deseo, bien por no interesarme el tema, ya que no va conmigo, o bien por no saber de qué se está hablando, que al final es lo mismo.

Lo curioso es que este estilo tan ‘valiente’ se extiende por doquier y te encuentras con mensajes de estas características entre los políticos, con ‘puyadas’ que sólo entienden ellos y los más allegados, o te sorprenden mensajes así en esa libertad que da el carnaval, ahora que estamos en estas fechas, donde puedes oír una letra relativamente valiente, que da la sensación que va dirigía para alguien en particular, y que curiosamente a este particular le han dicho que es para otro, y así... En fin, que este particular, es decir yo, acabo perdido y sin saber si unos prostituyen su dignidad por un premio -cosa probable- o es mera casualidad. Lo difícil no es escribir al aire un mensaje o una letra ‘chula’ que desgarre el alma al más pintado; lo valiente es dejar claro no sólo lo que se quiere decir, también a quién se le quiere decir, y si puede ser, sin las redes sociales en medio.

 

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