A veces es necesario cerrar puertas porque tenemos demasiadas abiertas. Es bueno tener frentes, pero el dispersarnos en tantos no nos hace ir a ninguno verdaderamente al cien por cien. Nos hace distraernos en el camino y de esta forma, sin darnos cuenta, se nos escapan nuestros objetivos. Por eso tenemos que sentarnos a pensar hacia dónde queremos que vayan nuestros pasos. ¿Qué es lo que quieres hacer en tu día a día? ¿A qué quieres dedicarte? A veces es necesario tomarse un respiro. Valorar qué es lo que más nos conviene. Cuáles son nuestras preferencias y las ilusiones que nos hacen mantener encendida la llama en nuestra rutina. Porque la vida tiene que emocionarnos día a día, tenemos que sentirla, tanto que a veces llegue a dolernos, tenemos que exprimirla al máximo y no dejar nada a medias tintas, tenemos que querer hacer lo que cada mañana se nos plantea y tenemos que amarnos, tal y como somos, sin peros ni excusas. Tenemos que vivir de forma que no desaprovechemos ninguna oportunidad, por eso, céntrate en tu principal objetivo y una vez lo tengas, ve a por el siguiente. No quieras conseguir todo de golpe, te ralentizarás y quizás, cuando llegues, sea tarde. Por eso ve convencido a cruzar esa puerta que guarda tu futuro y tú tan solo estás a un paso de hacerlo realidad.
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